DATOS PRÁCTICOS:
Título: EL
PIRÓMANO
Autor: Bruce DeSilva
Editorial: Pàmies
Colección: La Huella
ISBN: 978-84-15433-17-0
Páginas: 336
Presentación: Rústica
con solapas
Hace unos meses el Barómetro de Opinión del CIS (Centro de
Investigaciones Sociológicas) revelaba que los periodistas, junto con los
jueces, eran los profesionales peor valorados por los españoles. También hay
que decir que en la encuesta sólo se podía optar entre dieciséis oficios –entre
los que no estaban incluidos el de político o banquero/bancario, por ejemplo-,
pero no por ello dejó de sorprenderme, quizás porque siempre entendí esta labor
como algo puramente vocacional y de vital importancia para la sociedad. Y me
hizo replantearme los motivos de este rechazo. Mi teoría es que estamos hartos
de ver programas de televisión donde los periodistas, a quienes atribuimos para
el ejercicio de su labor la imparcialidad, no dejan de dar su opinión
continuamente. Y lo que es peor, cuestionando la labor de sus colegas cuando el
medio de turno que saca al candelero una noticia “delicada” atenta contra la
línea editorial del que defiende o presta sus servicios. El caso es que vivimos
momentos complejos (Felipe de Borbón dixit) y quizás tengamos que echar la
vista atrás y recordar a aquellos periodistas de raza que no se vendían tan
fácilmente, como el protagonista de la novela que hoy quiero reseñar.
EL AUTOR:
He encontrado poca información
sobre el autor, así que os pongo lo que la editorial nos ofrece en la
contraportada de libro:
Bruce DeSilva trabajó durante 40
años como periodista —para The New York Times y la Associated Press, entre
otros— antes de dedicarse a escribir novelas de misterio a tiempo completo. Su
primera novela, EL PIRÓMANO, acaparó multitud de premios —cabe reseñar los
prestigiosos EDGAR y MACAVITY— y el elogio unánime de la crítica y otros
escritores del género como Dennis Lehane, Michael Connelly, Harlan Coben, Ken
Bruen y S.J. Rozan.
ARGUMENTO:
Liam
Mulligan es uno de esos periodistas para los que la ambición no existe. Así lo
demuestra su afán por seguir perteneciendo a esa extraña familia de periodistas
que hoy en día se podrían contar con los dedos de una mano. Y es que la crisis
afecta a todos los ámbitos, y el mundo mediático no se iba a quedar al margen.
Dos años antes de transcurrir esta historia, el periodista consiguió ganar el
Premio Pulitzer y aún así, en vez de coger sus bártulos y buscarse un brillante
futuro en un diario de primer orden, sigue trabajando en la misma rotativa de
un periódico local en la ciudad que le vió nacer, llevando una existencia
anodina en lo personal y una economía precaria.
Pero es
que todo tiene una razón de ser y por ello, cuando un pirómano empieza a quemar
las casas del barrió en que se crió, dejando a su paso una estela de cadáveres
entre los que se encuentran amigos y viejos conocidos de Liam Mulligan, no duda
en investigar los motivos que han generado semejante barbarie. Juega a su favor
el que conoce mejor que nadie el mundo del hampa de su ciudad, la cofradía de
mafiosos, ladrones, políticos y un largo etcétera de personajes que se mueven
por su entorno con toda tranquilidad y que tienen en el delito el leitmotiv de
su existencia. Y sus indagaciones en pos de la verdad estimularán la llama del
odio y el enfrentamiento en una sociedad podrida desde sus orígenes. Porque
reivindicar la justicia en una ciudad donde la corrupción está impresa en el
ADN de la policía y de los políticos y afecta a todas las instituciones, no es
gratis y será suspendido de empleo y sueldo teniendo que huir después al ser
amenazado de muerte…
IMPRESIONES:
Tengo que
reconocer que uno de los motivos que me llevaron a inclinarme a leer este libro
fue el hecho de que el escritor hubiese sido premiado con el prestigioso Premio
Edgar (llamado así en honor a Edgar Allan Poe), otorgado por la Mystery Writers of America (Asociación de Escritores
Americanos de Misterio) a la mejor primera novela en ficción de
misterio.
Y no me ha defraudado en absoluto, porque siempre
apetece leer una novela negra que bebe de los clásicos en cuanto a formas. Y esta es un buen
ejemplo. Para empezar, nos encontramos en una ciudad donde la corrupción tiene
su guarida y está a la orden del día. El soborno y el tráfico de influencias
son la moneda de cambio habitual. Se acepta y se comparte como un medio de vida
y en ella encontramos toda clase de categorías entre quienes la practican:
desde marginados sociales a policías, políticos o funcionarios comprados. Sólo
pueden clasificarse según la menor o mayor gravedad de sus delitos, que siempre
quedan impunes.
Después
habría que continuar con la trama, que está muy elaborada y es absolutamente
adictiva. Con un estilo directo y ágil, está narrada en primera persona por el protagonista. Nos encontramos con un
periodista embarcado en el difícil proceso de poner cara a un pirómano que
asola las casas de un barrio de Providence (capital del estado de Rhode Island)
y conocer los motivos que le han llevado asemejante barbaridad. Pero la cosa,
lógicamente, no puede quedar ahí, por lo que se entretejen nuevos hilos
narrativos y en uno de ellos nos encontramos con un personaje que a mi, en
particular, no me daba buena espina. Había algo en su perfección innata que me
sacaba de quicio. Y claro, esa sensación me hizo entrar en una espiral en la
que no podía dejar de leer para saber si mi intuición era real o imaginaria. Y
bueno, ya que hablamos de hilos y personajes de traca, no puede faltar la
pareja de policías responsable de la investigación de la que aunque prefiero no
pronunciarme, como detalle os diré que el protagonista, constatando la
estupidez supina de ambos, los califica haciendo alusión a una película como
“Dos tontos muy tontos”.
Y para
terminar –aunque ello no implique que el orden de importancia sea este- Liam
Mulligan, el protagonista absoluto de esta historia, me ha cautivado. Es verdad
que es muy importante el que en una novela podamos empatizar con los
personajes, en particular con aquellos que llevan las riendas de la historia,
pero si estos además tienen y mantienen unos valores con los que los lectores
comulgamos, la historia nos enganchará fácilmente. Después estará la habilidad
del autor para definirlo y que nos parezca creible. Lo demás irá rodado.
Y así, Liam
Mulligan, se nos presenta como una persona cercana y cordial, el típico
periodista local que tiene en su punto de mira todo lo que ocurre en su ciudad,
Providence, Rhode Island. Pero, sobre todo, es un muy digno representante de la
vieja escuela: sus artículos intentan descubrir a un lector hastiado de leer
noticias negativas información honesta de primera mano, convirtiéndose, si el
caso lo requiere en testigo presencial para luego describirlo. Por ello, cuando
empiezan a sucederse los incendios en su ciudad, y dada la ineptitud de los
policías (Erin Polecki y su ayudante
Roselli) para investigarlos, decide tomar
el relevo e investigar por su cuenta. Pero no es fácil, porque el períodico
sale a diario y hay que rellenarlo de alguna manera, aunque sea a base de
artículos lacrimógenos para tener a la clientela satisfecha.
Por otro
lado, su vida personal no se lo pone fácil, pues acaba de separarse de su
esposa, Dorcas, una bruja de cuidado que quiere dejarle en la ruina económica y
moral, le ha quitado hasta el perro, al que ella odia para más señas, pero que
sabiendo el daño que con eso le hace, se da por satisfecha. Están en vías de
llegar a un inminente divorcio y no reparará en nada –incluido el acusarle de
violencia de género, si llega el caso- para llevar a cabo su objetivo. Sus
charlas telefónicas son de nota. Hasta que aparece Verónica Tang, una joven
compañera de trabajo especializada en Tribunales, de buena familia con la que
inicia una relación. Es una buena colaboradora para su causa, prestándole apoyo
en momentos complicados y su éxito profesional empieza a ser una evidencia, gracias
a una fuente que siempre le desvela con antelación noticias relevantes sobre
los juicios a los que asiste.
Y hablando de personajes, veremos desfilar ante nuestros
ojos a una caterva de ellos, de toda índole y condición, desde aquellos a los
que llegas a tomar cariño, como la jefe de bomberos Rosie o su compañero de
instituto Tony DePrisco o la fotógrafa que trabaja con él o Mason, hijo del
propietario del periódico al que ha apodado “Gracias, papá” y que se ha
convertido en su ayudante a pesar de sus reticencias iniciales. Pero también
los habrá disparatados, como Zerelli, que encima de su tienda de ultramarinos
tiene un despacho de apuestas ilegales y el artífice de la Banda de los
DiMaggio (en honor al jugador de béisbol), encargados de patrullar el barrio
durante los acontecimientos.
La acción
se desarrolla en Providence y el autor no escatima en descripciones para
acercárnosla, hasta el punto de que he llegado a querer conocerla. Como mis
medios son los que son y la capital del estado con el nombre más largo de todos
los Estados Unidos (Rhode Island y Plantaciones de Providence, para más señas) me
coge a desmano, he tenido que conformarme con echar un vistazo a través de
Google Hearth. Me he paseado por sus calles (la foto de la derecha corresponde precisamente a la calle donde se producen los incendios), he visitado sus monumentos, me he
podido hacer una idea de su ubicación sobre siete colinas y me he dejado llevar
desde el centro de la ciudad por el río Providence hasta la confluencia del Moshassuck
y Woonasquatucket para llegar hasta la Bahía Narragansett. Tanto es así que no he
podido evitar echar un vistazo al cementerio, pues uno de los momentos más
emotivos de la novela (que también los tiene), se desarrolla en ese lugar,
cuando Liam
Mulligan va a “visitar” a su vieja amiga, cuya identidad no quiero desvelar
para no descubrir nada de la trama.
Y conmovedores
también me parecen algunos pareceres del protagonista, sobre todo lo referente
a la prensa y al daño que le ha hecho internet. Es verdad –lo comentaba
anteriormente- el descrédito que sufre la profesión, quizás porque lo económico
prima sobre todo lo demás. Quizás lo ideal sería echar la vista atrás y
plantearse si no merecería la pena volver al origen: que la industria viviese
única y exclusivamente de la venta de los ejemplares que lanza al mercado, que
sus trabajadores, en vez de mostrar su opinión subjetiva al hilo de las
informaciones que recogen de otros medios (internet, por ejemplo), se dedicasen
a ir al lugar donde se produce la noticia, para volver a convertirse en
nuestros ojos y entender de ese modo la realidad transmitida como antaño,
cuando la crónica periodística adquirió categoría de género literario, porque
cuando hay intereses ajenos de por medio, el lector se pierde y no vuelve.
CONCLUSIONES:
Pocas veces el debut de un escritor me ha sorprendido tanto
y más cuando lo que nos ofrece es una novela negra clásica. Me consta que
Pàmies es sinónimo de calidad, de corrección y de grandes novelas que nunca
decepcionan, pero en esta, además, se combina a la perfección la crítica social
con el sentido del humor, negro, por supuesto y una historia que te mantiene
pegada a sus páginas como si no hubiese mañana.
Esta
reseña participa en la iniciativa:
Magnífica reseña, me ha impresionado.
ResponderEliminarBesos
Muy buena recomendación, sería difícil resistirse al libro. También muy buena tarjeta de presentación el Premio Edgar.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha gustado tu reseña y me lo llevo apuntado. Tiene un punto de partida que me parece original
ResponderEliminarbesos
Parece una novela muy negra, y con el tema del periodismo de fondo y tu reseña nos dan ganas de echarle un vistazo.
ResponderEliminarMe has dejado con ganas de saber más, así que no me queda más remedio que ir a por el libro. Besos.
ResponderEliminarMe ha encantado la reseña,me he quedado con ganas de saber más,besotes
ResponderEliminarUmmm, parece que va a ser difícil resistirse jejjeje. A veces los premios hacen recelar pero... en este caso todo apunta a que es una historia que merece la pena ser leída =D
ResponderEliminarUn besito
Una gran reseña, Kayena.
ResponderEliminarEl argumento me parece muy interesante y que sea una novela negra clásica me llama mucho la atención.
Besitos.
Me has "metido la novela por los ojos" con tu excelente reseña!
ResponderEliminarNo conocía ni al autor ni la novela, pero me la apunto!
Bss,
Inma
No sé si estoy confundida con otro libro pero me sonaba de algo esta novela... Pero claro, leyendo tu reseña, me tendría que haber resultado inolvidable! Me encantaría leerla, paso a mi lista! 1beso!
ResponderEliminarHace meses que lo leí y publiqué su reseña y creo que te ha dejado la misma sensación que a mí, que ha merecido la pena.
ResponderEliminarSaludos
Desde que lo vi en novedades me apunté el título, y tras esta estupenda reseña más ganas tengo de leerlo. Me encanta este género, y nunca había leído un libro donde se centrara, en exclusiva, en este tipo de patología. Además de tener otros alicientes.
ResponderEliminarGracias por la reseña.
Un abrazo,
Nimue
Pues con tu entusiasmo, Kayena, me tengo que llevar anotada la novela que nos traes hoy, que además tiene pinta de thriller de esos con los que siempre disfruto.
ResponderEliminarY además, por algún motivo, las novelas con un periodista como protagonista siempre tienen un magnetismo especial que en mi caso me atrapa especialmente. Cosa de vocaciones perdidas, quizás :P
¡Un besote!
Pedazo de reseña! No conocía este libro, pero tras leerte, este título no se me olvida, que tiene una pinta buenísima.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Muy buena reseña! Muchas gracias.
ResponderEliminarLe había echado el ojo a esta novela pero no había leído opiniones y no me decidía. Por lo que cuentas, tengo que leerlo sin falta. Un beso
ResponderEliminarOye, pues era totalmente desconocida para mí esta novela pero por lo que has contado dan ganas de hacerse con ella ahora mismo.
ResponderEliminarSi ha pasado tu filtro con tanta puntuación y buenas palabras y además viene avalada por el premio Edgar, me encantaría leer esta novela. De cabeza.
ResponderEliminarBesos.
Había visto la novela en el catálogo de la editorial pero no me había parado especialmente en ella pero tras tu reseña creo que no me importaría darle una oportunidad
ResponderEliminarbesos
Parece ser una muy buena descubierta.
ResponderEliminarEste sí me lo llevo apuntado, porque empieza el calor y los ojos piden lecturas más ligeras. Gracias,
Se sale de los parámetros de otras novelas y un pirómano es una novedad interesante que seguro merece la pena leer. Además la recomiendas con "ardor" (jaja) y eso ya es más que suficiente para tenerla en cuenta.
ResponderEliminarUn besazo.
Es la segunda reseña que leo sobre la novela y ambas son super positivas, dan ganas de hacerse con el libro!
ResponderEliminarBesotes
Tuve la oportunidad de reseñarla y la dejé escapar, ahora me arrepiento pues seguramente hubiese disfrutado con su lectura, la apuntaré por si vuelve a cruzarse en mi camino,
ResponderEliminarbesucus
Conocí esta novela gracias a una reseña de Cruce de caminos, si no recuerdo mal y la dejé apuntada, pero se me había pasado, la verdad. Me ha venido bien que me la traigas de vuelta, porque tiene una pinta estupenda:)
ResponderEliminar1beso!
He estado fuera unos días y no había visto esta reseña, me ha gustado mucho, tiene buena pinta.
ResponderEliminarBesos
cuando salieron las novedades de esta editorial fue en uno de los libros en los que me fijé.
ResponderEliminar