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martes, 26 de febrero de 2019

EL ABRAZO DEL MONSTRUO, de Félix J. Palma





DATOS TÉCNICOS:

Título: EL ABRAZO DEL MONSTRUO
Autor: Félix J. Palma
Editorial: Destino
Colección: Áncora & Delfín
ISBN: 978-84-233-5443-6
Páginas: 736
Presentación: Rústica con solapas





El pasado 21 de enero asistí junto a mis compañeras de #SoyYincanera y otros blogueros madrileños a un encuentro literario con Félix J. Palma. El punto de encuentro fue la librería La Central de Callao, lo organizaba la editorial Destino y el resultado fue de lo más satisfactorio. Aunque solo pudimos disfrutar del autor durante una hora, al final casi tuvieron que echarnos del local porque, una vez salvado ese primer escollo hasta que se rompe el hielo, las preguntas se aglutinaban en nuestras cabezas y no veían el momento de salir a la luz tras haber leído una novela tan espectacular, tan bien armada y tan cargada de suspense.

Así que intentaré, además de contaros mis impresiones sobre El abrazo del monstruo, aderezarlas con lo que allí nos desveló el autor, porque a mí, en particular, me resultó de lo más enriquecedor.






Félix J. Palma (Sanlúcar de Barrameda, 1968) es escritor, profesor de escritura creativa y coaching literario. Como novelista ha publicado La Hormiga que quiso ser Astronauta (2001) y Las corrientes oceánicas (Premio de novela Luis Berenguer, 2005). Pero su consagración como narrador se la debe a su Trilogía Victoriana, que se ha publicado en más de 25 países, ha obtenido numerosos galardones y ha aparecido en la lista de best sellers del New York Times. Está formada por las novelas El mapa del tiempo (XL Premio Ateneo de Sevilla, 2008), El mapa del cielo (2012) y El mapa del caos (2014).

Web del autor: 






Diego Arce es un reconocido escritor de novelas de misterio que no atraviesa su mejor momento. Desde la publicación de su primera novela, que lo catapultó a la fama, no ha conseguido reproducir el mismo logro y, después de muchas presiones y de otros tantos fracasos literarios, accede a los ruegos de su editor para resucitar en una nueva entrega al personaje al que debe su éxito: un psicópata apodado «el Monstruo» que secuestraba a niñas en la Barcelona modernista.

Pero una noche, mientras Diego y su mujer asisten a una fiesta, alguien decide llevar la ficción a la realidad y revivir al Monstruo secuestrando a la hija de Diego, Ariadna, de siete años, y en un juego macabro, proponer a Diego tres pruebas que deberá superar en directo a través de internet, si quiere recuperar a su hija. Comienza así una terrible carrera en doble dirección para descubrir quién está detrás del secuestro. Al mismo tiempo que debe demostrar al mundo hasta dónde es capaz de llegar para salvar a su hija, Diego también tendrá que reconstruir su vida, con la ayuda de su mujer y del inspector Gerard Rocamora, para descubrir en su pasado quién puede desearle tanto mal.

Una historia sobre los terrores y fantasmas de la infancia y cómo se proyectan hasta el hombre adulto.

Una historia de superación, de amor y de enfrentamiento a nuestros miedos más profundos.


¿Qué serías capaz de hacer para salvar a tu hija?








No había leído hasta ahora ningún libro de Félix J. Palma y no será porque no hubiese oído hablar tanto y tan bien de su más que conocida Trilogía Victoriana. Sin embargo, como siempre repito, el tiempo es finito y el de una Yincanera, todavía más. Y tuvo que cambiar de registro el autor para que la oportunidad se presentase. Algo que me chocó, por otro lado, porque siempre me ha sorprendido y resultado de lo más atractivo el que alguien que ha triunfado con un género mediante el cual ha recibido tantos galardones como para vivir de las rentas, que ha sido publicado en más de una veintena de países y que ha llegado a aparecer en la lista de bestsellers del New York Times, se atreva a dar un golpe de efecto y se embarque en otro tan manido como es el thriller. Mucha seguridad se tiene que tener en lo que se emprende y, a tenor del resultado, está claro que Félix J. Palma está sobrado de recursos para abordar lo que se le antoje. Y yo que me alegro, porque una vez que le he conocido, va derecho a mi estantería de #Imperdibles.

Y es que pocas veces he tenido la sensación de encontrarme una novela tan bien armada como El abrazo del monstruo. Tendría que remontarme a autores de la talla de Víctor de Árbol, capaces de fabricar un universo único. Aunque, ¿he dicho universo? Error. Creo que sería más acertado hablar de un multiverso hinchado de una materia tan oscura y farragosa que tanto a los personajes como a nosotros mismos nos imposibilita ver la realidad, porque nos perdemos en mil y un detalle. Todo ello cargado de magia, en todos los sentidos. Esta sería la explicación corta del argumento de esta novela. Pero ya sabéis que yo soy más de explicaciones largas y soporíferas, ¿verdad?, así que voy a intentar resumir, lo más brevemente, el argumento de esta historia:

Diego Arce conoció, casi por casualidad, a Laura, su mujer, en 2004, en Peñafort, su pueblo natal, donde ella había conseguido una plaza como pediatra. Diego ejercía como profesor en un colegio para niños bien y, desde el primer momento en que la vió y se enamoró platónicamente de ella, no ha dejado de hacer todo aquello que fuera menester para hacerla feliz, primero a ella y, pasado el tiempo, a su hija Ariadna de tan solo siete años y eso condicionó, en cierto modo, algunas reservas por parte del escritor que, a posteriori, le pasarán factura.

En la actualidad Diego es un escritor consagrado; no obstante, se podría decir que vive inmerso en un continuo bloqueo creativo desde que diez años atrás publicase su primera novela, “Sangre y ámbar”, que le hizo millonario de la noche a la mañana y, aunque ha escrito alguna más, no ha conseguido el éxito de público deseado –la crítica no es tan benévola con él-pues sus fans, lo que realmente ansían, es una continuación de la que le encumbró a la fama. Y no es de extrañar, porque en ella narra la historia de un enajenado cirujano que secuestraba a las hijas de las familias más pudientes de la Barcelona modernista de principios del siglo XX. Niñas, todas ellas, de tan solo siete años. Y es que el móvil no era precisamente económico, sino que el peaje a pagar por el rescate de las menores consistía en superar tres sórdidas pruebas. Eso sí, a la vista de cualquiera que quisiese pagar la entrada a un teatro donde el padre en cuestión tenía que llevarlas a cabo, dando comienzo así al Juego de los Retos. Una a una, con unos días de diferencia fijados de antemano, y cuyas instrucciones, que les llegaban con puntualidad inglesa a su domicilio en un sobre negro, deberían seguir al pie de la letra. En caso de superar las tres pruebas, las niñas volverían a su domicilio; en caso contrario, morirían, teniendo que realizar previo a su asesinato cada una de ellas la prueba que su progenitor no fue capaz de realizar. Ningún padre consiguió realizarlas, porque cuando he dicho que eran sórdidas, quise decir más que macabras. ¿Existe el término?.


Quizá por esto, cuando la pareja regresa a su casa después de asistir a un congreso de literatura, descubren que Virginia, la canguro, lleva encerrada en el baño unas horas. El picaporte se ha debido estropear. Pero no, es un engaño piadoso que en un minuto cae por su propio peso: Ariadna no está en su habitación y por el despacho de Diego parece que haya pasado Atila en pleno brote psicótico: tanto las paredes como el techo, las estanterías o los muebles están cubiertos de sangre y el primer cajón de su escritorio, que siempre ha mantenido cerrado con llave, destrozado. Han sacado el manuscrito de “Sangre y ámbar” y rasgado sus hojas hasta formar con él un rimero de sangre y papel en el centro de la estancia.


Inmediatamente se ponen en contacto con el inspector Gerard Rocamora, amigo de la familia, que se persona, casi con urgencia, junto con algunos miembros de su unidad y un equipo de la científica en el domicilio de los Arce para iniciar las pesquisas, porque las primeras horas, en un secuestro, son vitales. Es entonces cuando el Jefe de la Científica descubre, entre un póster de Frozen y una foto de Bing Bong un sobre negro… 

Y comienza entonces una frenética lucha contra el reloj, porque “El Monstruo existe, vive, es real” y pondrá a prueba no solo a Diego, sino a todos aquellos que desean que Ariadna vuelva a su casa. Además, se ha actualizado y ahora, en vez de tener que trasladarse a un teatro, su escenario será internet, por lo que las pruebas tendrán que llevarlas a cabo en directo, sin cortes y sin editar contenidos, teniendo no solo al Monstruo como testigo, sino a los millones de curiosos que se asomarán a ver su gesta en cualquier dispositivo con conexión a la red. La primera se tendrá que ejecutar en tres días y ese será el plazo que transcurrirá entre esta y la siguiente.

Y mientras, Rocamora, trabaja sin descanso. Se empieza a reparar en los posibles sospechosos: enseguida quedan descartadas tanto la mujer que limpia la casa de los Arce como la chica que cuida de Ariadna. Se investiga a los vecinos, pero, sobre todo, se empiezan a lanzar hipótesis sobre aquellas personas que pudiesen albergar tanto odio como para secuestrar a una niña y someter a su padre a unas pruebas tan funestas. No faltan candidatos, porque por un lado tendremos a Helena, íntima amiga de Laura que siente un rechazo infinito por Diego, además de estar enamorada de ella; o bien Julián Bassol, un antiguo novio de Laura, al que su obsesión por ella la llevó en su día a denunciarle. Durante años estuvo ejerciendo como médico en Inglaterra, pero ha vuelto a Barcelona hace un tiempo. También podría ser Héctor, el propio hermano de Diego, con el que hace años no se habla –aunque nunca se han llevado bien- y al que dejó arruinarse en su día. Y las conjeturas van a más a medida que se sigue escarbando porque, sin ir más lejos, en los tiempos en que el escritor ejercía de profesor en su localidad natal, uno de sus alumnos se suicidó y quien sabe si alguien se quiere vengar a estas alturas.

Y comenzamos a ser partícipes de una historia que se bifurca en distintas direcciones, que abarca ese multiverso al que me refería al principio. Con distintos ritmos, en épocas diferentes. Y es ahí donde el autor echa el resto. Por un lado, se irán simultáneando pasado y presente al combinar algunos capítulos de “Sangre y ámbar”, que nos permitirá conocer al primer “Monstruo”, aunque no será el único. Transitaremos entonces por la Barcelona de principios del siglo XX, conoceremos a la alta burguesía catalana, sus costumbres, sus desmanes. Pasearemos por los Almacenes El siglo acompañando a esos criados negros, o mejor dicho, esclavos, que se convirtieron por obra del Monstruo en guardaespaldas infantiles improvisados (poco se ha hablado de este tipo de “detalles” en la literatura española, cuando en pleno siglo XX todavía quedaban algunos, que se dice pronto, aunque la esclavitud se aboliese en 1867, pero es que precisamente esta burguesía que basó su fortuna en la trata de esclavos en las Antillas, podía traerlos desde sus plantaciones en Cuba a España, a seguir haciendo lo único para lo que los querían, que básicamente consistía en deslomarlos y no metafóricamente hablando, como ocurre con uno de los personajes, Karel, que es un buen ejemplo de ello), por el casino de la Arrabassada, para conocer su legendaria Habitación de los Suicidas e incluso nos colaremos en una Sagrada Familia no solo en construcción como hasta ahora, sino en la que el propio Gaudí se había instalado junto al taller de maquetas a escala, emplazado al lado del ábside, donde realizaba sus diseños y estudiaba las esculturas. Porque Barcelona, en donde Félix J. Palma lleva residiendo más de ocho años, es el escenario por excelente de esta fantástica novela y, según él, el único posible. 

Será también a propósito de estos pasajes de “Sangre y ámbar” donde la novela adquiera su parte metaliteraria. Precisamente en el encuentro que mantuvimos con el autor, hablamos sobre ello. Siendo el protagonista un escritor, que coincide además con él en que ambos han sido profesores de escritura creativa, aprovecha para que Diego salpique el relato de alguna que otra crítica al mundo literario, ya sea a editores (su relación con el suyo no es precisamente para tirar cohetes y eso que, en teoría, es el mejor para triunfar), a las editoriales, a esos lectores picajosos que no perdonan una, ya sea una licencia o un error de documentación (para ello, Diego es de traca) y, en definitiva, a los que son incapaces de agradecer el esfuerzo que hay tras una buena trama donde él no se permitiría, ni por asomo, recurrir a algo inverosímil para sostenerla. Disfruté un montón cuando comentó esa situación tan recurrente en el oficio a la que él denomina “el momento cogido por los pelos”, ese en el que para llegar a una escena en concreto, hay que pasar por otra que puede no convencer lo suficiente y que se da más de lo que se cree. Por ello, no queda otro remedio que hacer malabares con el lector, prácticamente un juego de espejos para que mire hacia el lado que interesa al autor.

Como os comentaba antes, la novela tiene dos atmósferas: la de 1913, gótica como ella sola, cargada de misterio y minuciosa como pocas. Si piensas en “thriller”, no es el momento. Tampoco el lugar. Aquí el autor se recrea en las descripciones tanto de lugares, personajes o situaciones, como en un adagio. Tendremos que situarnos en la actualidad para que el tempo pase de andantino a presttissimo, pasando por todas las fases. Entonces el ritmo de thriller se aprecia en todas sus vertientes, tanto en el modo en el que se organiza la investigación policial como en la angustia que el sometimiento a las pruebas por parte de Diego Arce implica. Porque estas van llegando y, a falta de resultados, el escritor se tiene que rendir a su destino.

Y el Monstruo parece que se ha materializado de una manera más rotunda. El que asolaba a la población de la Barcelona de 1913 se queda en un juicio de faltas al lado de este, porque el primero tenía un componente humano, era una reacción causa-efecto, desmedida, eso sí, a una tragedia. El actual es la maldad personificada. Y. junto a él, aparece el propio fantasma y los miedos que arruinaron prácticamente la infancia y juventud de Diego, hasta que los vomitó con “Sangre y ámbar”, y todo eso aflorará, verá la luz y se producirá la catarsis. Empezaremos a conocer a un personaje más íntimamente y será fácil empatizar con él una vez que es capaz de enfrentarse a su cobardía, su pusilanimidad, su fragilidad y sus flaqueza, porque ¿quién no guarda un fantasma en el armario?


En resumen, El abrazo del monstruo es una novela construida a fuerza de tesón literario que funciona como un reloj suizo. Todo está sincronizado, la prosa es deliciosa, los diálogos, inteligentes y la trama, fascinante. ¿De verdad que no te seduce en embarcarte es esta historia?



martes, 19 de febrero de 2019

TODO EL BIEN Y TODO EL MAL, de Care Santos




DATOS TÉCNICOS:


Título: TODO EL BIEN Y TODO EL MAL
Autora: Care Santos
Editorial: Destino
Colección: Áncora & Delfín
ISBN: 978-84-233-5443-6
Páginas: 400
Presentación: Tapa dura con sobrecubierta




Últimamente es como si las lecturas que hago me manejasen y se dedicasen a hacerme guiños. Como si las eligiese adrede para que todas ellas tuviesen algo en común. ¿Que me enamora que una de las protagonistas de No es tiempo de peros sea una galga? Pues en la siguiente, Reikiavik, lo es un un rottweiler. ¿Qué en Reina roja se alude a uno de los personajes del archiconocido cuento de Lewis Carrol? Pues la siguiente novela que leo, Los crímenes de Alicia, trata sobre el mencionado autor. Todo esto por no contar de una manía particular que tengo y que expuse hace unos días, en otra reseña, como es la de poner banda sonora a casi todos los libros que pasan por mis manos… a no ser que me la brinde el autor.


Y así llegamos a Todo el bien y todo el mal, la novela de la que hoy os voy a hablar. Y es que resulta que en 1955 Carlos Eleta Almarán compuso un bolero para una película mexicana que llevaría el mismo título, Historia de un amor, que también es la banda sonora de Todo el bien y todo el mal, la última novela de Care Santos, una escritora de las pocas a las que sigo sin faltar nunca a un título desde que leí Habitaciones cerradas y que seguiré de por vida aunque en el futuro se dedique a publicar cursillos de macramé o la lista de la compra en distintos idiomas, porque nunca decepciona, porque siempre enamora.




Care Santos (Mataró, 1970) es autora de diez novelas, entre las que destacan Habitaciones cerradas (2011) ―adaptada a la televisión en 2014―, El aire que respiras (2013), Deseo de chocolate (2014, premio Ramon Llull), Diamante azul (2015) y Media vida (Premio Nadal 2017). Su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas, incluyendo el inglés, el alemán, el francés, el sueco, el italiano y el holandés. Es colaboradora de El Periódico y de la revista Mujer Hoy.



Reina tiene un marido, un exmarido, un amante, un hijo adolescente, un buen sueldo y un trabajo que le apasiona y al que se dedica en cuerpo y alma. A Reina le gusta su vida. Aparentemente lo tiene todo, o por lo menos eso piensa ella. Hasta que, durante uno de sus viajes de trabajo, de repente sucede algo en su casa que cambiará las cosas, y que le demostrará de la peor manera hasta qué punto es vulnerable.

Así es como empieza para Reina un largo camino de regreso a casa, en el que lo peor que tendrá que afrontar no es la extenuante espera en un aeropuerto cerrado por una ola de frío siberiano, sino el vértigo que le provoca revisar su vida en busca de la verdad y tener que enfrentarse a ciertas preguntas incómodas: ¿Cuáles son las personas de verdad imprescindibles en nuestra vida? ¿Qué consecuencias tienen las malas decisiones? ¿Qué seríamos capaces de hacer en las circunstancias más terribles? ¿Conocemos realmente a nuestros hijos? ¿Nos conocemos lo suficiente a nosotros mismos?

Todo el bien y todo el mal es sin duda una de las novelas más ambiciosas y valientes que ha escrito Care Santos, en la que nos muestra la frágil telaraña de nuestras relaciones familiares y personales, y lo complicado que resulta mirarse al espejo.




Decía Santiago Rusiñol que quienes buscan la verdad merecen el castigo de encontrarla. Y es que precisamente, la verdad, en la vida real está sobrevalorada. ¿Os imagináis un mundo en el que cada uno pudiese decir todo aquello que piensa, según lo piensa, a golpe de arrebato? Acabaríamos como en el Salvaje Oeste, o algo peor. Sin lugar a dudas, yo preferiría otros valores para mi vida diaria, como la generosidad, la empatía y similares, porque hacen la vida más fácil a uno mismo y a los demás. La verdad hay que cogerla con pinzas. Claro que, en el terreno de la literatura, ese es otro cantar, porque su búsqueda, en ocasiones, puede ser la antesala para una historia asombrosa, como es el caso que nos ocupa y nadie mejor que un personaje como Reina Genè para desnudarse ante nuestros ojos.

Y es que Reina lo tiene todo: un marido que la quiere, un hijo adolescente… la familia que siempre quiso tener. También es cierto que tiene un exmarido con el que tiene que pelearse más a menudo de lo que le gustaría porque tienen un hijo en común, como excusa, o porque en realidad es un muñeco jodón con muchas ganas de incordiar. Y también tiene un trabajo que le apasiona y le permite vivir como siempre ha querido, aunque el camino para aunar todo ello no ha sido un camino de rosas. Esta sería una primera capa en la vida de la protagonista de esta novela. Porque, Todo el bien y todo el mal, es una historia de capas, que no os quepa ninguna duda.

Unas capas que, como las de la cebolla, necesitan una mano diestra que las sepa trabajar, porque ya se sabe que cada capa exterior embebe las interiores y puede afectar o ser afectada por las demás. Eso, que tampoco os queden dudas, lo ha hecho de lujo Care Santos en esta novela.

Y como algunos ya me conocéis o me vais conociendo, me ha venido a la memoria un cuento. Me temo que soy una cuentista nata. ¿Recordáis el cuento de las capas de la cebolla? 

Resulta que en un huerto se cultivaban todo tipo de hortalizas y árboles frutales. Era muy agradable pasear por los caminos de acceso a los bancales, o sentarse a tomar el fresco a la sombra de los árboles. Hasta que un buen día empezaron a salir cebollas de distintos colores, a cual más llamativo y resplandeciente. Resultó que esos colores se debían a que en su interior tenían por corazón una piedra preciosa. A cual más deslumbrante: desde rubíes a esmeraldas; zafiros o aguamarinas.

Eran tan vistosas que enseguida despertaron la envidia del resto de las hortalizas y empezaron a tildarlas de peligrosas, nocivas para la salud e incluso vergonzosas para un lugar como aquel. Y ellas, para protegerse, empezaron a desarrollar capas y capas tras las que esconder su corazón.

Eso sí, en una ocasión pasó un sabio por allí y se sentó a observar a las cebollas. Les preguntó que por qué no eran en realidad como lo eran por dentro y ellas le explicaron sus razones. El hombre se echó a llorar y la gente que lo observó pensó que llorar cuando una cebolla nos abre su corazón era cosa de personas inteligentes. Desde entonces, no hemos dejado de hacerlo.


Pues bien, con Reina Genè sucede algo similar en esta novela. Cuando empezamos a conocerla en las primeras páginas se nos antoja como una mujer frívola, tirando a estúpida. Se encuentra en Bucarest, a donde ha acudido por motivos laborales, en la habitación de un hotel de lujo, encamada con su amante y comparándolo con su marido mientras mantienen una relación sexual que parece no acabar nunca. Para colmo, su marido le da mil vueltas. Y como las comparaciones son odiosas, nada mejor que una buena excusa para salir del trance. Esta viene en forma de llamada telefónica, que Reina atiende rauda y veloz para que de ese modo, Tom, pueda tomarse un respiro. Solo que…

Solo que no es lo que ella esperaba. La llamada la realiza su exmarido y es para comunicarle que Alberto, el hijo que tienen en común, ha intentado suicidarse. Y el mundo, o su mundo, estalla en mil pedazos.

Rápidamente llama a su marido, para que vaya a hacerse cargo del chico y a su hijo para cerciorarse de la verdad. A continuación, reserva el primer vuelo con destino a Barcelona y se dirige al aeropuerto. De camino, llama a a la jefa de recursos humanos de Newzer, la empresa para la que trabaja, que tiene que volver a España por asuntos personales y que ella, a su vez, informe a señor Mirchandani. Sin embargo, Reina no ha reparado en que quince ejecutivos a los que debería entrevistar y que han viajado desde cualquier punto del mundo, la están esperando. Y Reina empezará a desprenderse de su primera capa: el trabajo y todas sus implicaciones.  Desde las propias relaciones laborales y sus vericuetos a cómo llegó a convertirse en la profesional más reputada del sector, por no hablar de esa quimera llamada conciliación de la vida laboral y familiar que ni se la conoce ni se la espera en determinados ámbitos.


Una vez en la terminal, Reina descubre que su vuelo se ha retrasado y en un punto de información se entera de que una ola de frío siberiano, que responde al nombre de “La Bestia del Este”, asola Europa y que ningún aeropuerto europeo está operativo. Tampoco pueden darle más explicaciones. Y comienza un periplo existencial donde debería haberse iniciado otro más prosaico, aderezado con una atmósfera claustrofóbica, donde encontrar un lugar donde sentarse es casi una misión imposible porque está rodeada de personas irritadas superadas por las circunstancias.

Y la angustia se hace verbo y la única herramienta disponible es un teléfono móvil al que sacar partido hasta agotar la batería. Y se pone a ello como si no hubiese mañana. Y a medida que avanzamos en el tiempo, en esta carrera contrarreloj contra los elementos, la ansiedad de la protagonista va apaciguándose y entra en un periodo de reflexión. Poco o nada puede hacer, excepto esperar. Y comienza a analizar el nudo gordiano en que ha convertido su vida con la intención de cortarlo o desatarlo, pero resolviendo como sea la deriva en la que se encuentra. Nos hará partícipes de sus desatinos, sus miserias, los pasos dados en las direcciones equivocadas, también en las correctas y, sobre todo, las mentiras sobre las que ha cimentado su existencia, -algo realmente curioso cuando ella, precisamente, es una psicóloga experta en detección de mentiras y lenguaje no verbal-, así como los secretos guardados a cal y canto y que lo que hasta ahora consideraba certezas, no son más que agua de borrajas.

Y las capas empiezan a caer, una tras otra, porque son muchos los temas que aborda esta novela, a cual más impactante: desde la maternidad a la adolescencia, unida indiscutiblemente a las relaciones que se establecen entre padres e hijos con la novedad que representa el hecho de que el hijo de una primera relación sea compartido con la segunda; es decir, hoy en día el divorcio ha traído aparejado que la relación padre o madre-hijos tenga una nueva variable: la posibilidad de convivir con un nuevo miembro que altere la ecuación para hacerla más complicada y, normalmente, no por culpa de los niños. A ello habría que añadir otras cuestiones como el alzheimer, los abusos, la pedofilia, la investigación farmacéutica, las relaciones laborales, etc… todas ellas tratadas con una minuciosidad exquisita y que dan como para escribir un tratado por la cantidad de debates que pueden generar por sí mismas dada la manera en que aquí se exponen. Otra cosa no será, pero la emotividad y la inquietud están aseguradas.

Entonces descubriremos el auténtico corazón de Reina, un diamante en bruto con muchas aristas, un personaje fascinante, complejo e inolvidable. ¿Qué la hace tan especial? Quizás su modo de entender la vida o quizás su fortaleza, su capacidad para reinventarse, su tenacidad. A lo largo de las veinticuatro horas que Reina pasará en el aeropuerto de Bucarest, no solo rememorará su propia vida, sino que por medio de flash-backs la acompañaremos al interior de su alma en un viaje, eso sí, que abarcará prácticamente un siglo y entonces, eso también, nos trasladaremos a Barcelona, dejando la inhóspita terminal rumana.

Hasta ahora, solo he intentado hacer un bosquejo de la trama porque ya de por sí me parece una historia fascinante que se vende por sí misma; sin embargo, la novela va mucho más allá. Para que os hagáis una idea, os voy a explicar la estructura que sigue la pauta de los vasos comunicantes y que me ha parecido todo un acierto:

- Preámbulo: compuesto por cuatro cartas enviadas en 2017 por Leandro Vives, un profesor de la Universidad de Lleida a Reina Gené.

- Tres partes: Abarcan cien capítulos y están tituladas como La Bestia del Este, la noche más oscura y Stunt Woman.

- Un epílogo titulado Intermedio, compuesto por una carta enviada por Cristina, madre de Reina, a un religioso.

Pues bien, como os decía, he intentado centrarme con mayor o menor acierto en la trama central. Sin embargo, tanto el preámbulo como el epílogo, será el nexo de unión entre esta novela y su segunda parte, que se publicará en breve con el título de Seguiré tus pasos.




Todo el bien y todo el mal, más allá de tratarse de una novela que narra la travesía existencial del alma de su protagonista, va mucho más allá que todo eso, porque cuenta con unos ingredientes que la convierten en una novela de una riqueza poco usual. Tiene un ritmo endiablado; de hecho, es un falso thriller que transcurre a lo largo de tan solo veinticuatro horas, pero también es el retrato pormenorizado de la sociedad actual y cuenta con una galería de personajes bastante potentes. De nota.

Y es precisamente esa falsa acción la columna vertebral de la novela, porque te atrapa en la angustia de la protagonista y la haces tuya, porque a medida que vas pasando páginas, la tensión, en vez de flaquear, aumenta.

Construido con una velocidad extraordinaria y unos diálogos brillantes, los sentimientos de Reina están presentes en todo momento porque, a fin de cuentas, esta es la historia de un amor como no hay otro igual, que le hizo comprender, todo el bien y todo el mal.


lunes, 11 de febrero de 2019

REIKIAVIK, de Pablo Sebastiá Tirado




DATOS TÉCNICOS:

Título: REIKIAVIK
Autor: Pablo Sebastiá Tirado
Editorial: Reino de Cordelia
Colección: Literatura
ISBN: 978-84- 16968-59-6
Páginas: 296
Presentación: Rústica con sobrecubierta y cuadernillos cosidos





El pasado 27 de noviembre asistí, junto a las yincaneras madrileñas, a la presentación de Reikiavik, de Pablo Sebastiá Tirado. El lugar del encuentro fue la Librería Lé y acompañaron al autor el editor Jesús Egido y la periodista Teresa Viejo. Tengo que admitir que entre los tres consiguieron despertar mi interés por leer esta novela que, en principio y tras leer la sinopsis, me rompió los esquemas al introducir ciertos toques de ciencia-ficción. Y es curioso porque siendo este último un género que me gusta bastante, me provoca cierto pánico cuando se mezcla con otros, especialmente con el de la novela negra.


Pero no os asustéis como hice yo, porque no merece la pena. Los mencionados toques de ciencia-ficción son eso: nimiedades que no desmerecen en nada la trama, sino que la alimentan y el resultado es una historia sensacional, capaz de enamorar al lector más exigente.




Pablo Sebastiá Tirado (Castellón de la Plana, 1973). Abogado, escritor y periodista. Ha trabajado en distintos medios de comunicación (prensa escrita, radio). En la actualidad compagina la creación literaria con la asesoría de empresas y la promoción editorial. Es miembro del comité organizador del certamen internacional de crimen y ficción Castelló Negre y forma parte del colectivo «12 Plumas Negras».

Ha publicado hasta el momento las siguientes novelas:

- El último proyecto del doctor Broch (2007).
- La agenda Bermeta (2008).
- El último grado (2010).
- Secreto de estado (2011).
- La sonrisa de las iguanas (2014).
- Reikiavik (2018).

También ha participado en varias antologías de relatos, entre ellas España negra (2013).





El albino Hannu, siempre acompañado por un fiel y enorme rottweiler color azabache, ajusticia a los hermanos Ferrutti, los dos principales capos que controlan el juego y la prostitución en Cataluña. El golpe es tan salvaje como efectivo, pero por primera vez el ejecutor deja un cabo suelto al respetar la vida de una joven que se esconde con su bebé, secuestrada por uno de los capos asesinados. Los tres juntos deberán huir de los sicarios del clan mafioso por una Barcelona corrupta y sumida en el odio, donde nadie es inocente y la traición y el poder se dan la mano en los bajos fondos. 

Pablo Sebastiá Tirado nos sumerge en los ambientes más sórdidos de la capital catalana, pero también nos lleva de viaje desde Sicilia hasta Islandia, e incluso al futuro mediante una extraña investigación donde un hombre se enfrenta en solitario a un reto científico peligroso e inquietante.







REIKIAVIK SE ESCRIBE EN BLANCO Y NEGRO


Reikiavik se escribe en blanco y negro y, si me apuráis y para darle algo de color, con algunas gotas de sangre, aunque en la novela se derrame por teralitros.

Dividida en cuatro partes tituladas al igual que tres libros del Antiguo Testamento (Génesis, Levítico y Salmos) y uno de Nuevo Testamento (Apocalipsis), en alusión a las muchas citas bíblicas que el protagonista menciona a los culpables que ha sentenciado previamente, está estructurada en dos líneas temporales, con sus respectivos escenarios, que son la prueba palpable de una metáfora continuada. Por un lado, en octubre de 2005, viajamos a Islandia para recalar en el Complejo Tecnológico IGT en Borgarnes, una pequeña localidad islandesa de casi dos mil habitantes localizada en la costa del Borgarfjörður; por otro, en julio de 2016, el destino será Barcelona, con un breve escarceo a Lloret de Mar.


REIKIAVIK SE ESCRIBE EN NEGRO SOBRE FONDO BLANCO

Pietro Fabrucczini llegó a las instalaciones del Complejo Tecnológico IGT de Borgarnes en septiembre de 2005. Lo primero que le llamó la atención era que todo era blanco, como la biografía de un recién nacido; de frío acero, como la poca relación que mantienen los que allí viven y trabajan y de cristal, para que todo sea transparente, como las promesas de los políticos antes de unas elecciones, al menos lo admisible. Es así tanto la estructura de las instalaciones como todo el mobiliario. Asepsia en estado puro. Ausencia de color por los cuatro costados. El presente con vistas al futuro. Por eso Reikiavik se escribe en negro sobre fondo blanco.

No llegó de manera casual, ni porque se ofreciese como voluntario para un experimento porque su interés por la ciencia fuese su máxima prioridad. No. Pietro había sido condenado por homicidio a veinticinco años de reclusión mayor tras un potente tiroteo con los Carabinieri y después de haber pasado los últimos cinco años en la prisión de Carinola y sabiendo el futuro que le esperaba, aceptó la extraña oferta que le hizo Filippo Inzaghi a través del hijo y sucesor de su anterior jefe, Carlos Mancini, un mafioso siciliano muerto en la refriega que le llevó a él a la cárcel, comprometiéndose a convertirse en conejillo de indias para un experimento secreto, aún por revelar. No tenía opción: era eso o la nada. Y la nada era peor que la muerte. Antes de viajar a Islandia cambiaron su identidad para darle una nueva. En adelante, se llamaría John Smith, de profesión soldado de una unidad de élite en las SAS británicas en misión secreta.

Durante su primer mes de estancia, su vida transcurrió en el pabellón médico del complejo, donde le hicieron todo tipo de pruebas, tanto físicas, como neurológicas y psicológicas, por lo que se relacionaba con muy pocas personas:

- Robert Eriksson, doctor y director de la compañía desde 1998. Soltero, de ascendencia noble y cortés por naturaleza, es muy exigente con el trabajo.

- Amelia Nalbandián: Jefa del área de psicólogía del grupo, de origen argentino.

- María Gómez, de origen español, es la más simpática de las tres enfermeras que le cuidan y por la que, desde el primer momento, sintió una fuerte atracción. Todas fueron contratadas en 2004 desde sus países de origen después de superar unas pruebas bastante complicadas. Las otras dos provenían de Alemania y Bélgica.

Una vez superadas todas las pruebas con éxito, en una reunión a la que concurrieron todos los miembros del consejo rector de la sociedad al completo, le explicaron en qué consistiría el proyecto que llevarían a cabo con él: convertirle en el primer hombre teletransportado de la historia. Un hito al alcance de una compañía financiada por las grandes fortunas mundiales.


REIKIAVIC SE ESCRIBE EN BLANCO, SOBRE FONDO NEGRO

Se inicia la trama con el asesinato de Roberto y Alberto Ferrutti, los capos de la mafia en la Ciudad Condal, que controlan el tráfico de drogas, la prostitución y el juego clandestino en la ciudad. Cuentan para con el beneplácito tanto de la Guardia Urbana como de los Mossos d’Esquadra y campan a sus anchas. Sin embargo, los muy ilusos no fueron capaces de ver las intenciones de Hannu el albino, a quien sentaron a su mesa para iniciar una partida y que confundieron con un millonario excéntrico. Los mató a quemarropa, sin despeinarse, así como al guardaespaldas del primero. Tampoco le quedó otra opción con el camarero que les asistía, porque él no es de dejar testigos sueltos que luego lo cuentan todo. Son unos cuantos años eliminando escoria y la perfección es su seña de identidad. 

Acompaña al homicida un enorme rottweiler que pesa más de sesenta kilos, negro azabache, que justo en el momento en que van a marcharse, una vez eliminadas las huellas, descubre que, en el patio de luces del local, hay una puerta metálica bastante sospechosa. Una vez abierta, aparece ante sus ojos una habitación preparada para que una o varias personas puedan vivir durante largas temporadas y una joven –demasiado joven-, con un bebé en brazos. Sin embargo, cuando va a matarla, el perro se interpone en el camino de la bala, protegiéndola con su cuerpo.

Y lo le queda otro remedio que hacerse cargo de la muchacha y el niño. Y esta no es otra que la “novia” del menor de los Ferrutti y el bebé, el hijo de ambos.

Comenzará entonces una huida frenética por una Barcelona tan oscura como corrompida, que rápidamente se moviliza ante la llamada del patriarca del clan.

Y es que Reikiavik, cuando transcurre en Barcelona, se escribe con tinta blanca, porque su fondo es muy negro. Demasiado negro.




¿Qué más os puedo decir de una novela que es muy, pero que muy buena, tanto por su trama, como por su personajes, por su inicio tan rotundo, por su ritmo endiablado cuando toca y reposado cuando es necesario, por los recursos utilizados, por el misterio perfectamente dosificado que la rodea, por la crítica social que destila, por las reflexiones que te obliga a mantener continuamente, porque utiliza un lenguaje ágil con capítulos cortos que le dan más velocidad si cabe y unas escenas absolutamente cinematográficas, por sus diálogos inteligentes, porque aunque en ella se simultaneen dos líneas temporales, cada una de ellas te resulta apasionante o por su desenlace espectacular?

Pues sí, hay algo más que os puedo decir y que no es baladí: Reikiavik está encuadernado en rústica y cuadernillos cosidos con hilo. La cubierta es preciosa, pero si se la quitas, aparece una portada todavía más bonita. En ella se muestra el mapa de Islandia que ocupa también la parte de la contracubierta y, sobre él, en primer plano, el arma que utiliza Hannu, el protagonista de la novela. Un lujo para cualquier lector. Una gozada de edición por el gramaje del papel utilizado y porque no le faltan detalles como páginas de cortesía, portadilla, portada, etc.