miércoles, 30 de diciembre de 2020

EL NIDO DE LA ARAÑA, de María Frisa

 


DATOS TÉCNICOS:

Título: EL NIDO DE LA ARAÑA

Autora: María Frisa

Editorial: Ediciones B

Colección: La Trama

ISBN: 978-84-666-6832-3

Páginas: 480

Presentación: Rústica con solapas



No hace muchos días comentaba que no eres realmente consciente de lo mucho que has echado de menos a alguien hasta que lo vuelves a tener cerca y más en estos tiempos en que el “efecto burbuja” campa a sus anchas. No obstante, aunque este tipo de reflexión parece que vaya más encaminada hacia un familiar o allegado muy cercano que otra cosa, a mí, excepcionalmente, me ocurre con algunos escritores, en especial con aquellos que alguna vez me cautivaron, esos de los que esperas su nueva novela como agua de mayo, como si no hubiera un mañana.

Y como habéis podido deducir, porque se me ve llegar desde lejos, en esta ocasión os hablo de María Frisa, una escritora a la que conocí allá por el año 2018 a través de su novela Cuídate de mí y pocos días después, personalmente, al asistir a un encuentro con blogueros para hablar de su historia. Quiso la suerte que ese mismo verano, en la Semana Negra de Gijón, coincidiese con ella y fue entonces que conocí un poco más a la escritora y si con su libro me cautivó, como persona me fascinó.

Desde entonces, cada vez que las editoriales hacían públicas sus novedades, soñaba con encontrar una novela de María Frisa entre ellas y debo confesar que la espera se me ha hecho larga. Eso sí, ha merecido la pena no sabéis hasta qué punto, porque El nido de la araña no es que sea una de esas novelas impactantes o inquietantes  que te roban parte de tu alma y casi el corazón: es eso y mucho más. Es una novela redonda, indescriptible, hasta tal punto que cuenta con su propia cartelera y a la que no he podido evitar, por analogía, poner una banda sonora que cuando la escuchéis entenderéis mucho de lo que os contaré más adelante:




María Frisa (Barcelona, 1969). Se trasladó a Zaragoza siendo muy joven, lugar en el que reside desde entonces.  Diplomada en Trabajo Social y licenciada en Psicología Clínica, comenzó a publicar en el año 2000 y colabora en diversas revistas literarias.

Su obra narrativa ha sido reconocida con numerosos galardones nacionales e internacionales y ha sido traducida a varios idiomas. Hasta la fecha, ha publicado las siguientes novelas:

- 75 consejos para sobrevivir a las extraescolares (Alfaguara, 2000).

- Breve lista de mis peores defectos (Martínez Roca, 2006).

- 15 maneras de decir amor (Martínez Roca, 2008).

- Como entonces (Universidad de Zaragoza, 2011).

- 75 consejos para sobrevivir en el colegio (Alfaguara,    2012).

- 75 consejos para celebrar tu cumpleaños a lo grande (Alfaguara, 2013).

- 75 consejos para sobrevivir en el campamento (Alfaguara, 2013).

- Cómo sobreviví a la madre de Pavlito (Espasa, 2015).

- 75 Consejos para sobrevivir a los exámenes (Alfaguara,   2015).

- 75 Consejos para ser popular (Alfaguara, 2016)

- 75 Consejos para sobrevivir en el instituto (Alfaguara, 2016).

- ¡Abajo el cole! (Alfaguara, 2016).

- ¡Abajo el cole! El deporte es lo peor (Alfaguara, 2017).

- 75 Consejos para sobrevivir a las redes sociales (Alfaguara, 2017).

- 75 Consejos para sobrevivir a los profes (y sus manías) (Alfaguara, 2017).

- Cuídate de mí (Plaza & Janés, 2018).

- 75 Consejos para sobrevivir a los amigos, enemigos y troles varios (Alfaguara, 2018).

- El nido de la araña (Ediciones B, 2020).


¿Hasta dónde llegaría una madre para proteger a su hija?

¿Por qué sería capaz de sacrificarlo todo?

Pienses lo que pienses, cuando termines de leer esta novela habrás cambiado de opinión.

Katy vive con su hija en un piso de lujo que, tras meses sin trabajar, Katy ya no puede mantener. Así, ambas se ven obligadas a mudarse a un pequeño apartamento de un edificio casi vacío de Madrid. Poco después, Katy recibe una misteriosa llamada en la que le ofrecen el trabajo de sus sueños. Parece el golpe de suerte que necesitaba. Lo que no imagina es que una compleja telaraña tejida con los errores del pasado se cierne sobre ella y que su peor pesadilla está a punto de empezar.



En 1931 Federico García Lorca escribió “Así que pasen cinco años”, subtitulada, a su vez, como “Leyenda del tiempo en tres actos”. Pero muy al contrario de lo que dice un proverbio árabe: “Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo”, esta obra nos sumerge en un universo en el que el presente se transforma en una magnitud inabordable, una simple conexión entre el pasado y el futuro, por lo que vivirlo en plenitud, como un imperativo categórico, es inviable.

Algo así ocurre en El nido de la araña cuando abres sus páginas y te encuentras con un prólogo que es toda una clase magistral de cómo con tan solo cuatro páginas alguien puede dejarte sin aliento y con ganas de agarrarte al libro y no soltarlo hasta terminar el epílogo. Ese alguien tiene nombre y apellido, claro está, se llama María Frisa y si yo fuese su editora iniciaría un crowdfunding o cualquier cosa que se le parezca para blindarla con un contrato muchimillonario de por vida, obligándola a escribir, eso sí, como poco una novela al año. No se puede ser más buena, ni tener más talento. O sí, si continuas leyendo después de semejante aperitivo.

Porque, como os decía al principio, esta novela tiene cartelera propia y banda sonora. Una la ha puesto María Frisa, la otra una servidora, que últimamente anda escasa de complejos (espero que ahora se haya entendido el por qué de la elección del fragmento de la obra de Lorca versionado por Camarón). Y es que a medida que vamos leyendo, si hay algo que queda claro en el relato es que la autora es una experta en el arte del suspense, no solo a la hora de practicarlo mediante la escritura de manera soberbia, sino que parece que tiene un grado en Cinematografía y nivel experto en todo lo relativo a Alfred Hitchcock. Por ello, encontraremos numerosas citas a determinadas películas, normalmente al inicio de algunos capítulos, aunque no será el único modo en que se rinda homenaje al séptimo arte en este libro y en particular al cineasta británico inventor del término Mcguffin, ya que María Frisa se ha marcado uno de antología con este prólogo.

De ese modo nos encontramos con Katy (Catalina Pradal), otrora brillante economista que en la actualidad se encuentra en paro y sin ingresos, dado que Innovandia, la nueva asesoría especializada en diseño de estrategias de negocio que está intentando poner en marcha no acaba de arrancar. Quince meses antes le embargaron su anterior consultoría y con ella sus propiedades, su flamante BMW, sus cuentas corrientes y acciones. Solo pudo salvar de la debacle un pequeño piso en un edificio prácticamente abandonado y que parece haber sido “tomado” por un fondo buitre gracias a que lo adquirió cinco años antes a través de una sociedad offshore –son los golpes que tiene la gente que está forrada y sabe “diversificar”- y el dinero negro que ahorraba y guardaba en casa y que también es consecuencia de una buena diversificación. Y ese piso, precisamente, es el lugar en el que reside ahora, junto con su hija de cinco años y en donde ha trabado una estrecha relación con los dos únicos vecinos que quedan: Esther, una octogenaria virtuosa del piano, inteligente y refinada pero con un pronto de soberbia importante y con la que a veces choca por las ideas tan dispares de ambas con respecto a la educación de Zoe, pero a la que recurre cuando la ocasión lo precisa y Óscar, un cuarentón metido a hacker, obsesivo y paranoico hasta la saciedad en cuestiones profilácticas que sacaría los colores al mismísimo Fernando Simón si se atreviese a cruzar el umbral de su bunker-vivienda.

Sin embargo, cuando las cosas se empiezan a ponerse realmente mal a nivel económico porque los recursos escasean y ya no se puede seguir haciendo malabares para sobrevivir y más mientras Zoe siga yendo al mismo colegio de élite de siempre y haya que pagar las mensualidades del coworking, que cuestan un pico, una llamada telefónica devuelve la esperanza a Katy: el departamento de Recursos Humanos de Global Consulting & Management ha leído su currículo y quieren hacerle una entrevista. Lógicamente, acude. Obviamente, la contratan.

Pero como dice el refrán, ¡qué poco dura la alegría en la casa del pobre! Y una tarde, cuando Katy va a recoger a Zoe al salir del trabajo a casa de Esther, se encuentra con que la niña ha desaparecido y la anciana se encuentra malherida e inconsciente en el suelo. Como única explicación una nota en la que le informan que Zoe ha sido secuestrada. El precio del rescate es todo un dilema.

Y hasta aquí puedo llegar. Lo demás tendréis que descubrirlo vosotros mismos. Eso sí, agarraos que vienen curvas peligrosas, porque:

1.- María Frisa ha sido capaz de superarse a sí misma, cosa que yo, particularmente, creía imposible. Ya dije que me fascinó con Cuídate de mí, porque me pareció una novela sublime escrita con una exquisitez envidiable, sobre todo tratando temas tan delicados como el abuso de menores o los malos tratos. Pues bien, ahora, con El nido de la araña ha dado un salto cualitativo espectacular.

2.- Porque es imposible soltar la novela una vez iniciada la lectura, porque María Frisa es realmente la araña de este relato por mucho que quieras buscarla en algún personaje, aunque haya alguna otra. Es ella quien va tejiendo esa red de hilos aparentemente quebradizos, aunque más fuertes que un hilo de metal del mismo volumen. Te va envolviendo y, sin darte cuenta, te involucras en la historia, pasas a convertirte en un personaje más en sus manos. Sufres, te desesperas, te rompe los esquemas a su antojo. Hasta el infinito. A mí me recordaba, a medida que me surgían otras obligaciones, aquel fragmento de La historia interminable: "Me gustaría saber", se dijo,"qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado. Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas sobre el papel, pero sin embargo...Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera”. Porque es esa la cuestión: necesitas saber qué ocurre mientras tú estás a otras cosas, porque sientes que la historia tiene vida propia. Pero también es verdad que cuando llegas al desenlace te sientes un privilegiado por haber participado de esta aventura, aunque sientas que la autora es maquiavélica, diabólica, porque habiendo puesto las cartas sobre la mesa desde el primer momento, te ha llevado por los derroteros que ha querido sin darte cuenta.

3.- Porque siendo una novela particularmente psicológica, más allá de que las descripciones de los personajes vayan encaminadas en este sentido, sin obviar otras características, empatizas con su situación. Y eso que es complicado, porque a la inmensa mayoría de ellos no te los llevarías ni a tomar una caña por la desconfianza que te generan. Si acaso, de todo el elenco yo solo compraría a Javi, el dueño del Lolita Vintage Café y su pareja, Marcos, que trabaja como médico en una ambulancia del SAMUR en turno de noche. Y esa percepción con respecto a los personajes se puede extrapolar a los lugares en los que se desarrolla la trama. Resulta curioso, por ejemplo, que el inmueble donde vive Katy se encuentre en una calle que da a la Plaza de Soledades y que tan solo queden tres vecinos en el mismo. Dos adultos que, a su vez, viven solos. O el edificio donde se ubica la sede Global Consulting & Management, prácticamente inaccesible y sobrecargado de cámaras de vigilancia. Es decir, ambientes claustrofóbicos que invitan a una orgía de recelos e incertidumbre.

4.- Me ha fascinado el modo en que se utilizan los tiempos (presente, pasado e incluso futuro) según en qué parte de la historia estés, así como la utilización de un narrador distinto en cada una de ellas. Es uno de los motivos por los que la famosa canción de Camarón no dejaba de espolearme mientras leía. Incluso el ritmo era acorde con el estado de angustia y excitación que la novela me imponía y el que iba adquiriendo la trama una vez entrada la segunda parte, convirtiéndose en vertiginoso. Y me hubiese gustado referirme en este sentido a Cronos, Aión y Kairós, las tres deidades del tiempo, a los que he podido atisbar entre bastidores, pero no me quiero alargar. O mejor todavía, os dejo con la duda.

5.- Y para terminar, dejándome mucho en el tintero, hablaré someramente de las partes en que se divide la novela, aunque las he mencionado por separado. El nido de la araña se compone de prólogo, dos partes y epílogo (además de una nota de la autora tan aclaratoria como dolorosa por la información que nos ofrece, agradecimientos e índice). Del prólogo, decir que es extenuante es quedarse corta, aunque creo que ya me he explayado anteriormente. Con respecto a las dos partes, decir que la primera está narrada en primera persona por la protagonista, el ritmo es pausado y es donde conoceremos a la mayoría de personajes que gravitan en torno a Katy. En la segunda parte asistimos a un giro importante en la trama que se convierte en policial cambiando a su vez el narrador por uno omnisciente. Aquí el ritmo se acelera, se empiezan a resolver los conflictos y se disipan las dudas. Y lo mismo el mundo se te viene abajo que te eleva a las alturas, viendo como la realidad de difumina, para acabar con un epílogo que vuelve a dejar una carga de incertidumbre que te dejará tocado por mucho tiempo.


Poco más puedo añadir. O sí, pero no quiero aburriros. No obstante, me gustaría hacer una advertencia: Si ya has leído esta novela, haz caso a la frase de Hitchcock en el cartel de su película más popular protagonizada por Anthony Perkins y Vera Miles y aplícaselo a El nido de la araña: Psicosis debe verse desde el principio… y, por favor, no revele Vd. El final. No dispongo de otro. María Frisa, tampoco.

Y si no la has leído, no seas insensato y sal corriendo a la librería.


miércoles, 16 de diciembre de 2020

DURANTE LA NEVADA, de Luis Roso


DATOS TÉCNICOS:


Título: DURANTE LA NEVADA

Autor: Luis Roso

Editorial: Alrevés

ISBN: 978-84-17847-59-3

Páginas: 392

Presentación: Rústica con solapas



Cuando en 2016 Luis Roso publicó Aguacero, su primera novela, supe que tenía que leerla sí o sí. No es que yo fuese un gurú literario ni nada por el estilo, sino que mi socia de bloguerío y gran amiga me la recomendó insistentemente. Yo le decía que sí, que lo haría, pero debía andar liada leyendo otras cosas (espero que iguales o mejores, porque no quiero ni plantearme que no fuese así) y dejé pasar el tiempo, tanto que, en 2018, cuando continuó la primera con Primavera cruel, me di cuenta que estaba columpiándome estrepitosamente, porque De tinta en vena me dijo que con esta segunda entrega el autor se había superado, pero que era primordial leerlas por orden. Craso error, porque seguí sin encontrar tiempo para abordarlas. Pero como no hay mal que cien años dure, aunque haya pandemias que parecen durar siglos aunque solo hayan sido meses, el 17 de julio de este aciago 2020 el jurado del Premio de Narrativa Ciutat de Vila-real concedió el galardón a Luis Roso por su novela Durante la nevada, que posteriormente ha sido publicada por Alrevés. Y ya no me pude resistir, no porque crea en las casualidades, que yo soy más de la opinión de que la mayoría de ellas se dan porque queremos encontrarlas o porque las propiciamos, sino porque ese binomio de autor-editorial me parece tan mágico o más que el de Newton.


Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y en Filología Inglesa por la Autónoma de Barcelona, en la actualidad trabaja como profesor de secundaria en la Comunidad de Castilla y León.

OBRA:

- Aguacero (Ediciones B, 2016). Primera novela de la serie del inspector Trevejo. Galardonada con el I Premio Morella Negra a la mejor novela negra de autor novel de 2016 y nominada a Mejor Novela Negra por el jurado de Valencia Negra 2017,

- Primavera cruel (Ediciones B, 2018). Segunda novela de la serie del inspector Trevejo. Nominada al Premio Pata Negra a la mejor novela negra publicada de marzo de 2017 a marzo de 2018 por el Congreso de Novela y Cine negro de Salamanca.

- Durante la nevada (Alrevés, 2020). Ganadora del Certamen Literario Ciutat de Vila-real 2020 en la categoría de castellano


En las Navidades del año 1968, el cuerpo de la joven Rebeca Sanromán fue hallado en una laguna helada en las inmediaciones de un pequeño pueblo de montaña al norte de Burgos, sin que se hallara nunca al responsable de su asesinato.

Diez años después, dos reporteros de un diario provincial viajan hasta el lugar para escribir un artículo sobre el crimen: Miguel, un periodista de raza, formado en los años más oscuros del franquismo, y Esmeralda, una joven idealista criada a la sombra de su estricto padre.

La investigación periodística, que se preveía anodina, pronto se convertirá en una compleja trama en la que Miguel y Esmeralda verán peligrar sus carreras profesionales y hasta sus propias vidas, mientras que el país entero bulle por los vertiginosos cambios políticos y la violencia desatada en los primeros años de la Transición democrática.




Campos de Castilla es el tercer poemario de Antonio Machado, publicado por la editorial Renacimiento en 1912. En esta obra, escrita durante su estancia en Soria, los protagonistas son las tierras castellanas y sus habitantes. El poeta abandona su estilo modernista para convertirse en un fiel exponente de la Generación del 98, más grave y austero y así describirnos una depauperada realidad. La estructura del libro es la siguiente: nueve poemas preliminares titulados "Campos de Soria", a los que sigue “La tierra de Alvargonzález”, un extenso romance en verso de diez capítulos. A continuación aparecen sus ahora famosos -porque algunos de ellos han sido versionados por distintos cantantes- “Proverbios y cantares” (los primeros veintinueve que se irían ampliando con los años), así como cuatro poemas sueltos y los elogios a Miguel de Unamuno y Juan Ramón Jiménez.

Los Proverbios y Cantares son una pequeña colección de poemas breves de carácter reflexivo. Como acabo de decir, los primeros fueron publicados en Campos de Castilla (del I al XXIX). Cinco años después el poemario volvió a reeditarse, incluyendo en esta ocasión veintitrés poemas más (del XXX al LIV). En 1924 el poeta publicó un nuevo libro, Nuevas canciones, donde incluyó casi un centenar de nuevos proverbios y cantares en dos partes: la primera, de cincuenta y siete y la segunda de cuarenta y dos.

Y ahora os preguntaréis: ¿qué tiene que ver la obra de Antonio Machado con la nueva novela de Luis Roso? Pues no mucho, la verdad, pero a mí me han parecido destacables ciertos detalles, filtrados como por casualidad, pero sin serlo, como si la sombra del poeta o de su heterónimo Juan de Mairena rondara al periodista.

En principio, Durante la nevada se inicia, a modo de prefacio, con un fragmento de “La tierra de Alvargonzález” que no creo sea inopinado, visto el lugar donde se desarrolla la trama inicial de esta novela, porque sospecho, más bien, que es un homenaje por parte del autor hacia el poeta andaluz y al lugar tan inspirador donde transcurre la leyenda. A fin de cuentas, como licenciado en Filología Hispánica imagino que conocerá y admirará la obra de Machado, a lo que habría que añadir que tanto uno como otro desempeñaron –uno en el pasado, otro en el presente- una de las profesiones más nobles de las existentes: la de profesor de instituto, curiosamente en la misma región que da título al poemario donde se incluye este romance.


Y puede que estas sospechas me hayan llevado a fantasear más de la cuenta, hasta el punto de hacerme una idea clara del escenario donde se perpetró el crimen que da origen a todo lo que acontece en Durante la nevada, a pesar de ser un pueblo ficticio, porque las descripciones que hace el autor del lugar se asemejan bastante a donde transcurre “La leyenda de Alvargonzález”, un enclave que conozco como la palma de mi mano por estar situado muy cerca del lugar donde nacieron mis padres y hermanos.

Pero vayamos por partes:

Diciembre de 1978: Miguel, un periodista de raza venido a menos y Esmeralda, una joven reportera con mucho talento y pocas tablas se encuentran a primera hora de la mañana en la redacción de El Burgalés, un modesto diario provincial, cuando el director les llama para encargarles un reportaje sin grandes pretensiones. Se trata de escribir un artículo, a modo de recordatorio, sobre un crimen ocurrido diez años atrás y que causó gran conmoción en la zona pero que una década después ha quedado relegado prácticamente al olvido: el perpetrado a Rebeca Sanromán, una joven cuyo cadáver fue hallado en una laguna próxima a su domicilio pocos días después de su desaparición y que todavía sigue sin esclarecerse.

Como las previsiones meteorológicas amenazan con una nevada inminente, rápidamente se ponen en camino al lugar de los hechos, una pedanía dependiente de Zarza de Loberos situada a pocos kilómetros del pueblo, al norte de la provincia de Burgos. Allí pretenden realizar algunas entrevistas para ver cómo afectó el suceso a sus habitantes. Hablan con el alcalde, Sancho Guijarro; con Onofre Sanromán, tío de la víctima –ya que con su padre, Higilio, no pudieron al haberse suicidado pocos meses después del asesinato- y con Francisca Jiménez, una amiga de Rebeca.

Ya en Burgos y antes de rematar el artículo, deciden conocer la versión de la Guardia Civil. Se acercan a la comandancia para solicitar información sobre el caso y en concreto sobre el responsable que llevó la investigación, el teniente Abraham Martín Zaballos, pero poco o nada pueden decirle sobre su paradero, ya que se trasladó poco tiempo después al País Vasco, donde sufrió un atentado terrorista que le llevó a abandonar el Cuerpo. Pero Esmeralda, además de talento es de las que saben hilar fino y no se arredra ante las dificultades, así que consigue dar con su paradero en Haro (La Rioja). Y como esta historia funciona a ritmo de thriller, recogen los pocos bártulos que precisan y se dirigen allí. No tardan en encontrarlo y tras un abrupto recibimiento, después de una copa y un cigarrillo solo consiguen sacarle poco más de lo ya conocido.

Así que solo queda publicar. Y eso ocurre el viernes 22 diciembre, claro que otras noticias de mayor calado periodístico ocupan la portada del diario. Sin embargo, quizás por ser el día que es, sale el gordo en forma de llamadas telefónicas y algunos secretos salen a la luz. Y entonces la historia da un giro de ciento ochenta grados. Y a ese giro le siguen otros, entre los que cabe destacar el despido fulminante del periodista, excusa que le viene de perlas a Esmeralda, aprovechando que el Arlanzón pasa por Burgos, para despedirse también y hacer las maletas con destino a Madrid, donde prosiguen con la investigación que, a medida que pasan los días, toma unos derroteros cada vez más sorprendentes.

Y hasta aquí puedo contar.


Así que ahora, a modo de conclusiones, solo me queda hacer un breve resumen de por qué merece tanto la pena leer esta novela:

- Porque aunque todos los personajes que aparecen en esta historia están perfectamente caracterizados, destacan por su personalidad, a cual más irresistible para el lector, la de los protagonistas: Miguel y Esmeralda. Él es un hombre de firmes convicciones al que los años –y algunos palos- parecen haberle dado una pátina de serenidad y grandes dosis de fortaleza ante la adversidad. De joven viajó a París con la sana intención de ejercer su profesión en libertad, regresando poco antes de la instauración de la democracia. En Madrid no solo logró hacerse un hueco en la profesión, sino que consiguió destacar por encima de la media. No obstante, cae en un ardid provocado por un viejo enemigo íntimo que para más inri es inspector de policía y tiene que salir por patas de la capital, junto a su mujer, para ocultarse en Burgos hasta que baje la marea. Ella, en contraposición, es impulsiva y atrevida. Toda una bomba de relojería que le acarreará más de un problema, pero también leal hasta la extenuación. Un tándem memorable.

- Por los escenarios: Aunque no puede considerarse una novela rural, porque la mayor parte de la obra transcurre en ciudades como Madrid, Burgos o San Sebastián, las descripciones tanto de Zarza de Loberos, como de Las Sabinas, la aldea en la que vivían Rebeca y su familia son espectaculares. No solo por las explicaciones tan detalladas de la comarca, sino por esa sensación tan evocadora y a la vez tan amarga que emana de la atmósfera tan irrespirable que amplifica las miserias morales. Conocemos el modo en que viven sus habitante, víctimas en mayor o menor medida del caciquismo local imperante o de sus circunstancias personales, que les lleva a abandonar, por lo menos a lo más jóvenes, sus tierras con la esperanza de encontrar un mundo mejor o, al menos, más amable.

- Por la ambientación: Aunque el hilo conductor del relato es la investigación del asesinato de Rebeca Sanromán, el autor nos va mostrando la situación social y política de España, un país que era un hervidero de noticias a tenor del momento histórico que atravesaba. El año 1978 fue llamado, entre otros apelativos, el de la Constitución Española porque se sancionó a finales de ese año, pero también pudo considerarse el más aciago, porque ETA dejó el gota a gota para iniciar una escalada de crímenes sin medida, que continuaría en años posteriores. Y toda esa documentación está perfectamente ensamblada en el relato, permitiendo al lector echar una mirada nostálgica a un pasado no tan remoto que forma parte de un momento histórico y social apasionante.

- Por trama y estilo: Porque ya desde el principio, Luis Roso nos plantea una historia perfectamente urdida, donde la intriga va in crescendo para acabar con un desenlace a la altura. Me ha parecido muy original y ciertamente complejo la utilización de un narrador equisciente centrado en la figura de Miguel, cuando lo más cómodo hubiese sido utilizar la primera persona en vez de la tercera. El estilo es sobrio, sin ampulosidad, certero y preciso, con un vocabulario adecuado a cada tipo de personaje y en donde priman los diálogos sobre las descripciones.

En definitiva, un libro que hará tus delicias. ¿Se puede pedir más?

  


miércoles, 10 de junio de 2020

LA VIDA DESNUDA, de Mónica Carrillo



DATOS TÉCNICOS:


Título: LA VIDA DESNUDA
Autora: Mónica Carrillo
Editorial: Planeta
Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos
ISBN: 978-84-08-22712-0
Páginas: 288
Presentación: Tapa dura con sobrecubierta




Ayer tarde, a las 19:00 horas, en un evento organizado por la Diputación de Alicante y Editorial Planeta tuvo lugar la presentación de la novela galardonada con el Premio Azorín 2020. Fue todo un acontecimiento, en el que tuve la suerte de participar de manera virtual, no solo por todo lo que contaron acerca de la obra, sino por el tono en el que discurrió y por el modo en que se llevó a cabo. Y es que el evento combinó, de manera simultánea, las cuentas de instagram Mónica Carrillo junto con la de sus acompañantes: el humorista Carlos Latre y el presentador Roberto Leal, así como las de la Diputación de Alicante, Antena 3, la cadena de librerías de El Corte Inglés, el grupo editorial y el sello editorial que publica la novela.

Fue todo un espectáculo, ameno y coloquial en el que no faltaron ni las imitaciones del humorista ni el cariño que se percibía entre los tres, porque, que no os quepa ninguna duda, La vida desnuda es una historia que conquista a cualquier lector ávido de encontrarse una buena historia.





Mónica Carrillo (Elche, Alicante, 1976). Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y Diplomada en Turismo por la Universidad de Alicante, previamente cursó estudios de Arquitectura.

Ha trabajado en distintos medios de comunicación. Comenzó en la Agencia EFE, formando parte del equipo de EFE-Radio, realizando labores de redacción, locución y cobertura de informativos. De ahí pasó a TVE, primero en el Área de Nacional de los telediarios de la primera y segunda edición para continuar como redactora del Área de Economía del Canal 24 horas y años más tarde se ocupó de la redacción y presentación del espacio de información bursátil del Telediario Matinal, para después dar el salto al Diario América, buque insignia del Canal Internacional de TVE. No obstante, su gran oportunidad le vino de la mano de Atresmedia, empresa en la que empezó a trabajar en 2006 y en la que ha pasado por todos los programas informativos. En la actualidad es la presentadora de los informativos del fin de semana de Antena 3 junto a Matías Prats, labor que compagina como articulista para distintas publicaciones y colaboradora en Onda Cero con Juan Ramón Lucas y Carlos Alsina en el programa  Más de uno y en Un lugar llamado mundo de Europa FM.

Sus dos primeras novelas, La luz de Candela (2014) y Olvidé decirte quiero (2016), fueron un éxito rotundo, llegando a monopolizar las listas de libros más vendidos durante muchos meses. En 2017 publicó un libro de microcuentos, El tiempo. Todo. Locura y ahora, en 2020, acaba de ser galardonada con el Premio Azorín de Novela con su última obra, La vida desnuda. 





Una llamada de teléfono lo cambió todo. Cuando Gala emprende el viaje para despedirse de su abuela Rosario no puede imaginar que pronto descubrirá que nada es lo que parece en su familia: a pesar de las apariencias, o precisamente por ellas, todos tienen una vida pública que muestran al mundo, una vida privada reservada para unos pocos y una vida secreta que permanece oculta para todos. Poco a poco, Gala irá destapando las distintas capas que envuelven a sus padres, a su hermano Mauro y a su tía Julia. Y en la cima de tantos descubrimientos hallará aquello que siempre buscó y que se le resistía: el amor sin condiciones. 

La vida desnuda, Premio Azorín de Novela 2020, es el viaje de Gala a los secretos de su familia. Un recorrido emotivo y sorprendente en el que ella misma terminará siendo una persona distinta a la que comenzó.





El pasado 5 de marzo se celebró la vigésimo séptima edición de los Premios Azorín de Novela en el Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). A esta convocatoria se presentaron un total de 218 originales, de los cinco continentes y de temáticas muy dispares, entre las que destacan la política, la policíaca, la intriga, la histórica e incluso el humor. La mitad de ellos lo hacían bajo pseudónimo, como es el caso de la ganadora, que lo hizo con el de Martina Suárez y el título ficticio “El amor soñado”.

Comienza la novela con la revelación por parte de Gala, protagonista de la novela, de un secreto inconfesable. Un secreto que nos mantendrá en vilo a lo largo de las más de doscientas páginas en las que transcurre el relato, aunque no será el único, ni mucho menos. Porque esta novela es, sin lugar a dudas, una novela de secretos de familia. ¿Qué más puede pedir un lector para pasar unas horas inolvidables junto a un libro?. Quizás algunas cosas más, es cierto, pero todas ellas están en esta historia con la que Mónica Carrillo, merecidamente, ha sido galardonada con el Premio Azorín de Novela 2020. 

La vida desnuda, como la cita de Gabriel García Márquez con la que se inicia el relato, se divide en tres partes que hacen referencia expresa al contenido de la misma, una respuesta que el nobel colombiano le dio al hispanista Gerald Martin cuando este le preguntó acerca de un antiguo amor parisino mientras preparaba su biografía. Y es que para el cataquero, la vida pública estaba al alcance de cualquiera y a él, si acaso, le daría información alguna vez acerca de su vida privada, pero nunca, jamás, le contaría nada de su vida secreta.


Y algo así es lo que ocurre en esta novela cuando Gala, la protagonista, va descubriendo tras la muerte de su abuela todo lo que rodea su vida y la de su familia, partiendo de lo público y lo que todo el mundo conoce, para ir ahondando en lo privado, hasta llegar a lo más secreto.

De esa forma, nos encontramos con una novela estructurada de la siguiente manera:


- Mi vida: Se compone de once capítulos. Comienza, como dije al principio, con la confidencia de un secreto a todas luces inconfesable, que solo es el preámbulo de la noticia que acaba de recibir, vía telefónica, la protagonista de esta historia: la vida de su abuela, la persona más importante de su vida, se está apagando. Pero es noche cerrada y no será hasta la mañana siguiente cuando coja el primer AVE disponible con origen en Barcelona y destino Madrid. Y será en el coche 11, el que ha elegido adrede porque no en vano es el vagón del silencio, donde conozca a Chris y Hugh, dos jóvenes australianos que andan recorriendo Europa tras tomarse un año sabático. Claro que de todo eso se enterará en el vagón restaurante, cuando los chicos, viendo que no deja de llorar, la invitan a acompañarlos a tomar algo al bar. Se inicia entonces una charla distendida que durará todo el trayecto. Una charla en la que profundizarán sobre la vida, entre cañas y risas, y en la que incluso se adentrarán, como en un juego, en el terreno de lo privado simultaneando confidencias con algún que otro aislamiento ocasional en el que Gala merodeará por sus pensamientos más recurrentes. 


- Mi vida privada: Abarca dieciséis capítulos y comienza con un secreto confesable de Gala. Es “confesable” porque es ese tipo de confidencia que se oculta a la gran mayoría de tu entorno, que bien por vergüenza o por prejuicios te cuesta revelar. Y poco después de tal confesión, en tren se detiene en Atocha, con la promesa firme de volverse a encontrar. Gala entonces se dirige al hospital privado donde se halla su abuela y donde trabaja su hermano Mauro, para reencontrarse con su familia. Y la incertidumbre por el estado de salud de la abuela se convierte en aflicción y desemboca en desconsuelo un día después con la muerte de la anciana, mientras Gala va dejándonos retazos de su vida, con párrafos dignos de enmarcar.


- Mi vida secreta: Abarca veinte capítulos y comienza tras el entierro de Rosario, cuando toca volver a la casa familiar a lamerse las heridas. Y será allí, después de una desapacible sobremesa aderezada con un conato de bronca, cuando Gala descubra el primero de los grandes secretos familiares, tras una charla con su tía Julia. A ese le seguirán otros e irá descubriendo y constatando que todos los miembros de su familia, en mayor o menor medida, son víctimas, como ella, del consabido efecto cebolla al que solemos recurrir cuando ante un hecho o una circunstancia más o menos dura nos aferramos, quien sabe si por pudor o por vergüenza, para ir cubriéndonos de capas como si con ello nos pertrechásemos de una coraza invisible para protegernos de  nuestra propia fragilidad, como si ser vulnerable ante los sentimientos nos hiciese más débiles.



¿Qué decir de un libro que me ha durado apenas unas horas porque me ha tenido aferrada a sus páginas sin poder soltarlo? ¿Qué contar de una novela con la que me he disfrutado en todo momento y me emocionado en bastantes ocasiones? ¡Pues que la leáis! Mejor hoy que mañana, porque si algo hemos aprendido en estos tiempos que nos ha tocado vivir es que la familia (tanto la que nos viene impuesta por lazos de sangre como la que elegimos, por otros de amistad) es lo más importante, a lo único que podemos aferrarnos para huir de la hipocresía interior no vaya a ser que nos ocurra como a Gala, que me ha recordado, por lo mismo, a Peer Gynt, protagonista del poema dramático del mismo nombre que más tarde se convertiría en obra de teatro, que al final de su vida descubre, mientras va arrancando las cebollas silvestres que le permiten sobrevivir, que las etapas de la vida son como las capas de cada una de ellas, que no somos más que un cúmulo de fracasos y contradicciones en un eterno y largo viaje alrededor de la identidad y que no hacemos otra cosa que añadir corazas ante las vicisitudes para acabar convirtiéndonos en la nada y en extraños para con los nuestros porque no nos reconocen.





domingo, 31 de mayo de 2020

EL TIGRE Y LA DUQUESA, de Jordi Solé



DATOS TÉCNICOS:


Título: EL TIGRE Y LA DUQUESA
Autor: Jordi Solé
Editorial: HarperCollins
Colección: HarperCollins Thriller
ISBN: 978-84-9139-435-8
Páginas: 301
Presentación: Rústica con solapas







¿Concatenación de casualidades o casualidades encadenadas? Lo mismo me da que me da lo mismo, pero eso es lo que últimamente me está pasando a la hora de elegir los libros que leo. Y que conste que no voy con ideas preconcebidas a la hora de optar por una lectura o por otra, pero es que cada libro que abro guarda algún tipo de relación con el anterior. Os explico:

Hace unas semanas leí y reseñé Cava dos fosas, de Félix García Hernán. Creo que el título es de lo más significativo si os digo que es la puesta en escena de una venganza. Bueno, para ser exactos, la madre de todas las venganzas, porque pocas veces he leído una historia cuyo tema de fondo sea este y que esté tan bien ejecutado; es más, el título hace alusión, obviamente, a una frase atribuida a Confucio que reza así: “Antes de comenzar un viaje de venganza, cava dos fosas”. A esta historia la siguió la de Rick Hunter en El jardín de los enigmas, de Antonio Garrido y, ¡sorpresa, sorpresa!, en ella el protagonista de la misma también lleva tiempo urdiendo otra y esa misma cita de Confucio sale a colación en un momento de la trama. Por si fuera poco, en ella aparece un tigre, aparentemente asesino. ¿He dicho tigre? ¿Es muy normal que aparezcan tigres en las novelas actuales y más concretamente en dos thrillers actuales y diferentes? Porque yo, desde que hace siglos leí Los tigres de Mompracem, de Emilio Salgari (la novela que dio origen a aquella serie de televisión titulada Sandokán, el tigre de Malasia), no me había tropezado con ninguno. Y, como en el juego de la oca, ahora estoy reseñando un libro que no solo tiene al mencionado tigre, sino que también me he encontrado con que unos de los grandes personajes de esta historia, el que persigue al félido con ahínco, tiene su oficina en el mismo barrio londinense que el protagonista de El jardín de los enigmas. ¿Casualidades encadenadas o concatenación de de casualidades? Ahí lo dejo.




La inspectora Elsa Giralt está hecha unos zorros. De ser la primera de la clase ha pasado a ver cómo su marido la dejaba por su mejor amiga y su compañero quedaba tetrapléjico tras un tiroteo en el que ella cree que pudo haber hecho algo más. Demasiado castigo para alguien que no había hecho nada para merecerlo. Así que, ahora, Elsa busca el olvido –momentáneo o definitivo, lo que llegue primero– en el fondo de una botella de ginebra.

Pero la vida es caprichosa y una mala mañana, precisamente a la puerta de su casa, aparece el cadáver de una joven –un bellezón, todo sea dicho– que ha muerto con una puñalada en el costado y una sonrisa en los labios: un binomio curioso que no deja a nadie indiferente. Tampoco a Elsa, que se agarra al caso como a un clavo ardiendo, consciente de que puede ser su última oportunidad antes de ver cómo su carrera, y hasta su vida, se evaporan en la nada.

Con la ayuda inesperada de Santi –otro poli a quien no le han contado que el tipo Harry el Sucio ya no se lleva– empieza a tirar del hilo hasta descubrir que lo que parecía otro caso de violencia machista está conectado con el reciente atraco a una joyería en el que el botín superó los veinte millones de euros. Un golpe que lleva el sello inconfundible de la banda de ladrones de joyas más audaz y buscada del planeta: los veteranos de la guerra de los Balcanes mundialmente conocidos como los Pink Panthers.





Barcelona, madrugada de una tibia mañana del mes de junio. En la Plaza del Duque de Medinaceli, junto al Paseo de Colón, una joven de inapelable belleza es hallada muerta por Moha, un barrendero africano. En un principio el hombre piensa que simplemente está esperando a alguien. Lo parece por esos ojos que parecen mirar al infinito y esa media sonrisa que embellece más, si eso es posible, su rostro. O por el trolley azul eléctrico que todavía sostiene con una de sus manos. El hombre se debate en si llamar o no a su supervisor o hacerse el loco y desaparecer de la escena para que otro asuma el marrón. Y se queda perplejo cuando a los cinco minutos de hacer esa llamada se presenta en el escenario del crimen Elsa Giralt, una Mosso d'Esquadra que, casualidades de la vida, vive justo enfrente y trabaja en la comisaría de Ciutat Vella.

Poco después llega un coche patrulla, del que salen dos agentes, viejos conocidos de Giralt. No obstante, dado que ella ha llegado primero, será la que se quede con el caso, por lo que abandonan la escena. Ocurre igual con otro agente que ha escuchado el código 10-200 para que la policía acuda a un determinado lugar en la emisora de su vehículo y lo ha atendido. Se trata de Santi González, de la comisaría de Sants-Montjuic, un joven de unos treinta años, que, como ella, parece al borde del desahucio emocional: viste con ropa de calle, aunque del día anterior y tiene los ojos inyectados en sangre. Y la empatía –o la conmiseración, quien sabe-, surge entre ellos. O al menos por parte de Elsa, que ve en Santi a su alma gemela. Y él aprovecha la coyuntura para ofrecerse a trabajar en este caso con ella. Y ella le traslada la petición a su jefe, el subinspector Santacana, que acepta para ponérselo fácil a pesar del papeleo que eso puede generar, pero dadas las circunstancias por las que atraviesa su compañero, Nicolau, que se encuentra hospitalizado y tetrapléjico, quiere aprovechar el que por fin ella muestre tanto interés en trabajar con alguien.

Pero esto solo será el inicio de una historia tan extraordinaria como escalofriante. La punta del iceberg donde se concentran varias tramas, las de un grupo de personajes, no muchos, que te obligará a pasar páginas, como si no hubiera un mañana, sin poder despegarte del libro.

Porque El tigre y la duquesa es la historia de Vicky Martí, alias “la duquesa”, creída y pretenciosa a partes iguales, una beldad que ha conocido tiempos mejores, a pesar de sus veintisiete años. Claro que la muchacha es de traca, el típico personaje al que según aparece en escena coges manía de inmediato. O un poco antes. Porque tiene un carácter de armas tomar, porque utiliza a los hombres a su antojo, con el único fin de medrar, porque aborrece al resto de sus congéneres por no perseguir sus mismos propósitos. Cuando la empezamos a conocer, en las primeras páginas de la novela, trabaja de cajera en un supermercado, aunque ella preferiría estar en la sección de perfumería porque el uniforme le sentaría mejor. Tal cual suena. Se lleva fatal con sus compañeras –según ella por puritita envidia- y así todo. Excepto con Esther, la única capaz de aguantarla y buena gente.  Es obvio que lo complicado sería no sentir aversión hacia ella y estas, ya digo, son las primeras impresiones. Cuando la conoces más a fondo, todo se multiplica exponencialmente.

Recaló en ese supermercado después de mantener una relación con Roger Rovira, -hijo único y heredero de un magnate del ladrillo- con el que empezó a trabajar como secretaria, sin apenas estudios. Los problemas vinieron cuando la empresa quebró y el tipo tuvo que salir por patas del país con una orden internacional de búsqueda y captura, mientras el magnate ingresaba en prisión. Ella pensó que lo suyo en el Mercadona sería algo temporal, pero la realidad es que lleva más de ocho meses allí sin posibilidad de encontrar una salida acorde a sus intereses. Hasta que conoce a un tipo que le hace una proposición indecente que no es, precisamente, acostarse con él a cambio de un millón de dólares, aunque sí pasa por cubrirla con unos pocos millones de euros si sigue al pie de la letra un plan maquiavélico.

Lógicamente, también es la historia de Elsa Giralt, una Mosso d'Esquadra que no pasa por su mejor momento; de hecho, entre otras opciones baraja a menudo el pegarse un tiro en la boca, sin ir más lejos, tras la última curda. Y es que la vida parece haberse cebado con ella en los últimos tiempos. Resulta que su compañero, Nicolau, se ha quedado tetrapléjico por culpa de un malnacido que se cruzó en el camino de ambos y ella se culpabiliza de lo que pasó en el tiroteo. Y, por si fuera poco, su marido, Jordi, se ha liado con con Emma Solá, su mejor amiga, que ahora está embarazada. Los tres trabajan en la misma comisaría, para irlo llevando y no precisamente bien, porque todo ha ocurrido a la vez.

También es la de Harry Cranston, un investigador de seguros con una hoja de servicios impecable. Excéntrico, sí, pero, a sus sesenta años, todavía es capaz de ahorrarle millones a sus clientes cuando de pólizas fraudulentas se trata. Por eso no es de extrañar que John Thaw, miembro de la cúpula de la segunda compañía de seguros del mundo con sede en Londres –Berkshire Hathaway Inc.- se ponga en contacto con él para que investigue el atraco a un establecimiento de Barcelona, cuya póliza asciende a veinte millones de euros. Un atraco en el que no caben dudas con respecto a su autoría porque lleva la firma de los Pink Panthers, viejos conocidos de Cranston: los asaltantes tardaron un minuto escaso en llevar a cabo la operación, solo se llevaron diamantes que sabían perfectamente donde estaban, hubo muchos fuegos artificiales, pero ningún herido y algún que otro detalle más. Como siempre. Thaw no pretende dar con el botín de la manera más ortodoxa, simplemente, que el investigador mueva sus hilos y consiga encontrarlo aunque sea llegando a un pacto de reventa con los serbios.

Y es precisamente el hecho de que este atraco sea obra de los Pink Panthers lo que hace que Cranston se ponga en movimiento de inmediato. Se han convertido en una auténtica obsesión para él, hasta el punto de que en un rincón de su despacho tiene un peluche a tamaño natural de la Pantera Rosa colgada en una horca. Los conoció hace más de una década y los ha perseguido por todo el mundo. Odia al líder, Pavel Rakic, aunque Dragan Jesulic podría decirse que está a la misma altura. Así que emprende viaje a Barcelona, para entrevistarse con Sonia Miralles, la esposa del dueño y responsable de la joyería, deduciendo enseguida que por ese lado no hay nada sospechoso. 

Y, sin lugar a dudas, es la historia de Dragan Jesulic, miembro de la banda de ladrones de joyas más buscada del planeta. Alto, delgado y con buena percha y mucha clase, tiene aire de triunfador, también de canalla. Es ambas cosas. Se encuentra en Barcelona precisamente para dar un nuevo golpe, el que espera sea el último. Vive en un apartamento turístico, que cambia cada dos o tres días para no dejar rastro, mientras observa de cerca, hasta que llegue su equipo, los protocolos de seguridad y las rutinas de los empleados de la joyería que pretende asaltar. Y es que a pesar de tener más dinero del que podría gastar en siete vidas, por seguridad tiene que pasar inadvertido, hasta el punto de que tampoco puede frecuentar los restaurantes –ni los corrientes ni los de lujo a los que asistían antaño- porque hay que seguir las normas al pie de letra, sin salirse del guión como condición indispensable para poder sobrevivir cuando te has creado tantos enemigos, en todo el mundo… a no ser que te cruces con una mujer que rompa tus esquemas.

Claro que aquí podría aplicarse aquello de “De aquellos polvos vienen estos lodos”, porque la historia de Dragan camina en paralelo con la de Stana y Pavel Rakic y, por extensión, a la de los Pink Panthers. La organización a la que pertenece desde sus orígenes, cuando Yugoslavia se desintegró y ellos se tomaron la “finalidad de la empresa” que acababan de fundar como un acto de protesta contra Europa, para hacerle pagar el daño causado en su país  donde más le pudiera doler y convertirse en héroes para sus compatriotas. Y lo consiguieron, golpe a golpe, que no verso a verso, porque no hay nada de poético en sus tropelías por muy espectaculares que fuesen.

Y lo peor es que esta red internacional de ladrones es real. El nombre de la banda se lo puso la policía británica y luego lo asumió la Interpol, -que a su vez creó el Pink Panther’s Project-, a raíz de un anillo de diamantes que robaron allí y que los atracadores guardaron de manera similar a la de la película La Pantera Rosa en la que un ladrón interpretado por David Niven escondía una gema en un bote de crema para afeitar. Han perpetrado más de trescientos robos, que han ido in crescendo tanto en audacia a la hora de planearlos como a nivel económico, llegando a conseguir botines de hasta cien millones de dólares. Sus miembros son auténticos criminales, algunos de ellos ex-militares y con un pasado nada recomendable, procedentes en su mayoría de Serbia y Montenegro, aunque también los hay croatas y bosnios.

Claro que, todo lo dicho, solo son unas pequeñas perlas de lo que encontrarás en la novela, porque esta mezcla de historias, dependientes unas de otras, está perfectamente urdida. Del mismo modo que la combinación de realidad y ficción se ensambla perfectamente en la estructura de la novela en un equilibrio perfecto, que en vez de agobiar al lector, le obliga a seguir leyendo, porque cada vez necesitas saber más y más.

Con un estilo preciso, en ocasiones cinematográfico, y una prosa sencilla, tanto los diálogos, como las descripciones o situaciones supuran autenticidad. Me ha parecido todo un acierto el uso del narrador omnisciente y el modo en que se intercala el presente y el pasado para mantener la intriga. De hecho, no hay nada mejor que intentar descubrir qué hay detrás de la sonrisa de un cadáver aparecido en la Plaza del Duque de Medinaceli de Barcelona para comprenderlo todo…




Posiblemente El Tigre y La Duquesa sea una de las mejores novelas policíacas que lea este año. Quienes me conocéis sabéis que no soy partidaria de hacer semejante tipo de afirmaciones y que suelo escandalizarme cuando veo a muchos hablar de haber leído “el libro del año” en enero, pero es que me ha gustado todo de ella: la trama, los personajes, la ambientación, el estilo… TODO.

Creo que Elsa Elsa Giralt ha venido para quedarse y ya la estoy esperando. También me gustaría verla colaborar con Harry Cranston, aunque no sé si Barcelona estará preparada para tanto latrocinio. Esperemos que sí. Mientras, me conformaré pensando que siempre habrá gente como Vicky, con unas ansias desmedidas por medrar en la vida y, sabiendo que eso si es factible, todo es posible.