lunes, 19 de agosto de 2019

LA SONRISA DE LOS PÁJAROS, de Lea Vélez




DATOS TÉCNICOS:

Título: LA SONRISA DE LOS PÁJAROS
Autora: Lea Vélez
Editorial: Ediciones Destino
Colección: Áncora & Delfín
ISBN: 978-84-233-5487-0
Páginas: 432
Presentación: Rústica con solapas





Llevaba años queriendo conocer la prosa de Lea Vélez y, por unas cosas o por otras, dejaba pasar las oportunidades. Una tras otra. Era como una espinita que me hostigaba regularmente en cada publicación o bien en esos momentos en los que en mi mente bloguera se iba forjando la idea, cada vez más latente, de que me estaba perdiendo algo grande y a alguien importante. Solo que a veces, esa misma idea, se quedaba dormida en algún rincón del cerebro.

No obstante, llegó el día cuando el pasado mes de marzo Ediciones Destino nos invitó a la presentación de La sonrisa de los pájaros en la emblemática librería Rafael Alberti. Solo la sinopsis de la novela ya era un reclamo contundente y el título, un oxímoron en sí mismo, pura fantasía.. La historia apuntaba maneras, pero fue el ahínco y el calor con el que Gema, Loreto y Elena me hablaron de la autora y sus libros el motivo por el que entendí que no podía perdérmela.

Ya en la presentación la autora me ganó para su causa, pues disfruté una barbaridad conociendo los pormenores de la historia, el modo en el que abordaba la trama, el cómo iba añadiendo contenido a la misma basado en sus propias experiencias personales y un sinfín de pequeñas anécdotas sobre cómo ella ve este oficio lo que me hicieron salir convencida y satisfecha de aquel evento.

Sin embargo, su lectura quedó relegada en la estantería, parecía que necesitaba su tiempo. Quienes conocéis la dinámica de #SoyYincanera, sabéis que se nos acumulan los libros, precisamente porque abordamos cada uno de ellos como si fuera único. Y así tenía que seguir siendo con este. Por ello, aproveché las vacaciones para poder disfrutarlo plenamente, sin prisas, tomándome mis pausas y de ese modo sacarle todo su potencial. Creo que lo conseguí y, de paso, invité al grupo para que quien quisiera o pudiera hacerlo me acompañasen.



Lea Vélez (Madrid, 1970). Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid, más tarde se graduó en Guión por la Escuela de Cine, también de Madrid. Ha escrito infinidad de guiones para televisión.


BIBLIOGRAFÍA:
El desván (Plaza & Janés, 2004).
La esfera de Ababol (Planeta, 2005).
El jardín de la memoria (Galaxia Gutemberg, 2014).
La cirujana de Palma (Ediciones B, 2014).
Nuestra casa en el árbol (Destino, 2017).
La sonrisa de los pájaros (Destino, 2019).




Alma, periodista y escritora de treinta y cuatro años, regresa a Paraíso, la urbanización en pleno campo en la que vivió hasta la adolescencia, veinte años después de que un trágico accidente acabara con su felicidad familiar. Llamada por un impulso inconsciente, alquila la casa en plena naturaleza donde creció para tratar de reencontrarse con los recuerdos, en la esperanza de que sirvan de respuesta a sus preguntas vitales.

El accidente de su familia coincidió en el tiempo con el terrible caso del “milano negro”, nombre que le dio la prensa al asesinato de una madre y sus dos hijos en los parajes naturales de Paraíso, un crimen del que se habló durante años, conmocionando al país, y por el que un hombre que podría ser inocente lleva veinte años en prisión. Alma decide escribir la historia de lo sucedido, hallando nuevos datos y entrevistándose con los protagonistas del drama. La búsqueda de la verdad la reconectará con Javier, un antiguo profesor del que estuvo enamorada, y que, debido a su afición a la cetrería, fue el primero en encontrar a las víctimas durante una de las salidas campestres con su halcón. Mientras Alma encaja las piezas del libro, reflexiona sobre las diferencias entre la realidad y la ficción, la inocencia y la culpabilidad, la necesidad que tiene el hombre de construir un relato hilado de unos hechos incomprensibles, quizá aleatorios, y se encontrará con su propia historia, descubriendo la naturaleza desbordante que la rodea, la verdad de su pasado y algo que jamás pensó llegar a conocer: el verdadero sentido del amor.






Cada día impera más la mezcla de géneros en los libros que se publican. Ahora son muy pocos los que se pueden encuadrar en uno solo: hay novelas de corte histórico basadas en hechos reales en las que la intriga o algún que otro asesinato tienen indudable trascendencia y llevan todo el peso de la trama; o bien novelas negras o detectivescas en las que la relevancia la ocupa una historia de amor sublime. Claro que también nos encontramos, las más de las veces, con novelas en las que puede ocurrir de todo un poco. Eso, desde mi percepción, es lo que ocurre con La sonrisa de los pájaros, una novela en la que se dan cita intriga, asesinatos y una original historia de amor junto con una clase magistral de cetrería, sin dejar de lado algún que otro secreto de familia que harán la lectura todavía más amena.

Y si el desenlace es perfecto, como ocurre en este caso, porque no es que Lea Vélez ponga cada pieza en su lugar, que lo hace, sino por el modo en que es capaz de transmitirlo. Entonces sientes que has entrado en el paraíso del lector. Perdón, ¿he dicho paraíso? Borrar esa palabra de vuestra mente y buscar un sinónimo más acertado... ahora os explico por qué:

Alma Guerrero es periodista y escritora. Le apasiona investigar sobre hechos reales y, a tenor de los resultados, trasladar al papel esas historias. Como es lógico, estas suelen girar en torno a temas que en su día no siempre quedaron claros, bien porque las pesquisas que se realizaron no se llevaron de la manera más ortodoxa posible, dado que quedaron cabos sueltos en ocasiones inexplicables para cualquiera que tuviese dos dedos de frente o bien porque alguien hacía que esos cabos cuadrasen.

Y ahora ha decidido volver al pequeño pueblo de la sierra madrileña en el que pasó su infancia y parte de su adolescencia porque va a investigar un crimen acaecido en la misma urbanización en la que ellos vivían. Han pasado veinte años desde entonces, veinte años desde que sufriera el fatal accidente que acabó con la existencia de sus padres y su única hermana en 1996, cuando apenas tenía catorce años y del que salió milagrosamente con vida, aunque con lesiones importantes. Y aquel crimen que se cometió prácticamente a la vez que el accidente que le marcó la vida, es el que pretende investigar, ya que cada vez son más las voces que dicen que el verdadero responsable de “El crimen del milano negro”, como la prensa lo bautizó, campa a sus anchas mientras un inocente duerme en prisión.

Empezó a recabar la información que le facilitó internet, pues aquel siniestro suceso que llenó las portadas de la prensa en su día, que generó miles de artículos y programas de televisión y del que llegaron incluso a hacerse documentales, se saldó con la condena de Miguel Belén Escuredo, alias el Francés, con una sentencia a ciento setenta años de cárcel por los asesinatos de Vera Manrique y su hijo Pablo Salaverría, así como asesinato en grado de tentativa y torturas de su hija Mila, más una indemnización a la familia de trescientos millones de pesetas un 20 de diciembre de 1997. Sin embargo el acusado, al escuchar la sentencia, se declaró inocente y lo sigue manteniendo a día de hoy.


El primer testimonio se lo brindará Javier, el que en su día fuera su profesor de biología y del que se enamoró en su adolescencia. Él no la recuerda, o eso dice cuando Sonsoles, su amiga de la infancia, se lo presenta. Javier, que aunque sigue siendo profesor, también es cetrero, fue la persona que encontró los cadáveres de Vera y Pablo y el cuerpo de Mila a punto de fenecer junto a un pequeño bosque, cerca del arroyo. También quien llamó a la Guardia Civil. Aquel día había salido de caza con Garbo, su milano, cuando se tropezó con aquella escena dantesca. Todavía lo recuerda como entonces y, si olvida algún detalle, siempre puede recurrir a sus Cuadernos de campo, donde apunta todo.


Poco a poco empezarán a conocerse, irán intimando. La relación pasará de una simple amistad a algo más profundo. Pero siempre hay un “pero” y la felicidad, tan esquiva ella, se verá empeñada más veces de las deseables por los recelo. Sin poder evitarlo, Alma intuye que Javier es una mentira andante, que esconde algún secreto insalvable y se ve incapaz de confiar en él. A su vez, ella, que hasta entonces había sido una descreída en el terreno sentimental, dudará de sus sentimientos, los propios y los ajenos. 

Y el libro de Alma comienza a tomar forma a medida que va recabando  datos, retazos de una realidad que no le es ajena, porque todos, de alguna manera, necesitamos nutrirnos de las historias de otros para huir de la propia. Se reunirá con Daniel Salaverría, marido y padre de las víctimas, un hombre afable por definición, siempre abierto a hablar del tema con periodistas y escritores, quizás porque él, en su día, también escribió un libro testimonial y se sintió en deuda por la promoción que le prestaron. Y también con Mila, superviviente de la masacre o con el responsable de la investigación que se llevó a cabo en su día. Toca todos los palos posibles, sin olvidar que puede que hayan condenado a un hombre inocente (de estos hechos, porque de otros bien merecería que le dejaran encerrado y tirasen las llaves al mar) y se reúna con su abogado, buscando resquicios de su inocencia.

Con todo ello, Alma inicia, a su vez, un viaje al pasado, porque su atracción por este crimen viene de lejos, de cuando convalecía en el hospital como consecuencia del accidente sufrido mientras la televisión bombardeaba a cualquier hora con la aciaga noticia. Para ella fue la fórmula de salir adelante, empapándose de todo lo que el suceso generaba para no reparar en su propia desdicha. En su soledad. En su dolor. Después, cuando le dieron el alta, sus tíos se la llevaron con ellos a vivir a Inglaterra. Desde entonces, hasta ahora, no ha vuelto a pisar la urbanización donde se crió. El sitio que ocupa un lugar muy especial en su memoria y donde siempre fue feliz cuando estaba con los suyos. Es el momento de emprender un viaje de ida y vuelta del presente al pasado, de empezar a conocerse a sí misma porque todavía le queda mucho por descubrir y el camino puede complicarse.

Y si el libro va tomando forma, la vida de Alma, sus miedos, sus desvelos, va tomando fondo. Y también lo hace la de aquellos que la rodean, personajes a los que la esperanza parece haberles dejado de lado, porque todos llevamos una mochila y, algunos, parece que colmada de piedras. Algo así le ocurre a Javier, a quien conocemos a través de sus Cuadernos, que se debate preso de la incertidumbre entre si contar o no a Alma un secreto del pasado, un secreto que puede acabar con su relación en caso de descubrirse, pero que la va minando poco a poco, sembrando dudas, despertando desconfianza.


Y las piezas van encajando, tanto en el libro como a título personal a medida que Alma, a base de reflexiones, se nos manifiesta como un personaje fascinante. Ya no es tanto cuando razona sobre la literatura, sobre sus motivaciones personales a la hora de escribir o de cómo hacerlo, que son fantásticas, sino cuando lo hace sobre la  verdad y la mentira, la realidad y la ficción, la culpa y la inocencia o a través de sus conversaciones con Beakker, otro personaje inolvidable y decisivo en esta historia indeleble que casi parece un juego de espejos donde la vida se proyecta como una presencia inquietante.

En definitiva, La sonrisa de los pájaros es esa novela que desde las primeras páginas ya sabes que has deseado leerla siempre, que las esperabas desde hace mucho tiempo, pero no la encontrabas. Y cuando la devuelves a la estantería, lo haces con una sonrisa en los labios, porque has encontrado un bálsamo para el alma, un bálsamo al que sabes que recurrirás tarde o temprano.