miércoles, 4 de julio de 2018

DONDE FUIMOS INVENCIBLES, de María Oruña





DATOS TÉCNICOS:

Título: DONDE FUIMOS INVENCIBLES
Autora: María Oruña
Editorial: Destino
Colección: Áncora & Delfin
ISBN: 978-84-233-5366-8
Páginas: 416
Presentación: Rústica con solapas



Ha pasado más de un año desde que dejamos a la teniente Valentina Redondo tras la resolución de un caso que puso en vilo a una de las zonas cántabras más conocidas a nivel internacional, porque hubo a quien le dió por asesinar arqueólogos como si no hubiese mañana. Y justo ahora, cuando la temporada estival empieza a declinar, Suances se despierta con un nuevo misterio por resolver. Y si solo fuera eso, un simple misterio, no sería para tanto, pero alguien se está cobrando la vida de alguien -que diría Gila- y aunque todo apunta a que sí, no lleva una sábana encima.

Lo estoy liando mucho, ¿verdad?. Perdonadme, creo que debería empezar por contaros de qué va esta novela, que ya anticipo que me ha gustado mucho más que la anterior y quizás, si me esmero un poco, todo parezca más sencillo.




María Oruña (Vigo, 1976), gallega de padre cántabro, desde pequeña visita con frecuencia Cantabria. Allí ha ambientado Donde fuimos invencibles, así como sus anteriores novelas Un lugar a donde ir (Destino, 2017) y Puerto escondido (Destino, 2015), un exitoso debut en el género negro que ha sido traducido al alemán, el francés y el catalán. En las tres novelas los protagonistas son los paisajes cántabros y el equipo de la teniente Valentina Redondo, que se ha ganado el cariño de miles de lectores. 

María Oruña es abogada y actualmente compagina esta profesión con la escritura.




El verano está terminando y la teniente Valentina Redondo está contando los días para empezar sus vacaciones. Pero algo insólito sucede en un viejo caserón situado en pleno centro neurálgico de Suances: el jardinero del antiguo Palacio del Amo ha aparecido muerto en el césped de esa enigmática propiedad.

El palacio es una de las casonas con más historia de los alrededores, y después de permanecer mucho tiempo deshabitada, el actual dueño y reciente heredero de la misma, Carlos Green, que además es un escritor americano, ha decidido instalarse temporalmente en el lugar donde vivió los mejores veranos de su juventud. Pero la paz que buscaba se verá truncada por el terrible suceso, y aunque todo apunta a una muerte por causas naturales, parece que alguien ha tocado el cadáver, y Carlos confiesa que en los últimos días ha percibido presencias inexplicables a la razón.

A pesar de que Valentina es absolutamente escéptica en torno a lo paranormal, tanto ella como su equipo, e incluso su pareja, Oliver, se verán envueltos en una sucesión de hechos insólitos que les llevarán a investigar lo sucedido de la forma más extravagante y anómala, descubriendo que algunos lugares guardan un sorprendente aliento atemporal y secreto y que todos los personajes tienen algo que contar y ocultar.   



Tengo todavía en la estantería y sin leer Puerto escondido, la primera novela de María Oruña, la que la llevó a convertirse en una estrella literaria en base al número de ventas alcanzado. Y me da un cierto pudor venir a hablar de la tercera de esta serie. No obstante, he de decir que mi "conciencia lectora" está más o menos tranquila toda vez que hace algo más de un año leí la segunda, Un lugar a donde ir, y aunque para mi no fue una novela redonda, dado que algunos aspectos no acabaron de convencerme, me gustó mucho conocer a la teniente Valentina Redondo y su equipo, compuesto por el subteniente Santiago Sabadelle, el sargento Jacobo Riveiro y el cabo Roberto Camargo, sin olvidar a su amiga, la forense Clara Múgica y, lógicamente, a Oliver Gordon, su pareja, que cada vez se hace más imprescindible en este entorno. Por ello, cuando me enteré de la inminente publicación de Donde fuimos invencibles, sentí la misma curiosidad que en las dos ocasiones anteriores. Y para caldear el gusanillo, el título no solo apuntaba maneras, sino que conociendo que la autora los elige a conciencia, porque todos tienen un sentido alusivo y sugerente, me pareció de lo más tentador.


Como os decía, Donde fuimos invencibles es la tercera entrega de una serie que nació con Puerto escondido, allá por 2015. Tiene una protagonista indiscutible: Valentina Redondo, oficial de la Guardia Civil a cargo de la Unidad Orgánica de Policía de Investigación Judicial de Cantabria, con sede en Santander (UOPJ). Una mujer de fuerte personalidad, aunque no exenta de sensibilidad, entrada en la treintena, maniática del orden y con una necesidad innata por controlar tanto su entorno como las circunstancias que la rodean. Si embargo, lo que más la caracteriza es un rasgo físico: tiene los ojos de distinto color, uno verde y otro castaño. Junto a ella trabaja un equipo humano al que también vamos conociendo más y más en cada novela y con el que será fácil familiarizarse. De hecho, son personajes compactos, que se van construyendo a fuego lento: el subteniente Santiago Sabadelle, mi preferido, un bocazas de manual, lenguaraz, que tiene la facultad de contar lo que no debe en el sitio menos oportuno; el sargente Jacobo Riveiro, mano derecha de Valentina, es el típico compañero diligente y trabajador al que confiarías la tarea más engorrosa, porque la realizaría sin despeinarse y el cabo Roberto Camargo, que a pesar de su juventud, no anda exento de carácter. Son un trío peculiar, cada uno con una identidad genuina que seguro que os gustarán en caso de no conocerlos y, si ya lo habéis hecho, seguro que me dais la razón.

Aparte estarían la forense, Clara Múgica, que además es amiga de Redondo y la pareja de la picoleta, Oliver Gordon, un personaje que crece a un ritmo abrumador y que si fuese un regalo, me lo pediría para Reyes, sin necesidad de guardar el ticket de compra porque no lo devolvería jamás.

Y mira que no suelen gustarme las novelas que mezclan lo rosa con lo negro; de hecho, las evito, porque siempre he pensado que son colores que combinan mal en literatura, pero Oliver Gordon, durante la lectura, me provocaba, continuamente, una dicotomía muy particular, ya que por un lado me fascinaba en lo personal y hacía que me parase en la lectura y reflexionara sobre distintos aspectos, en particular sobre ese amor incondicional que siente por Valentina y, por otro, tanto amor me obligaba a controlarme los niveles de azúcar en sangre. Aunque bueno, si he de ser sincera, casi que he disfrutado más con Carlos Green, un personaje que me ha parecido todo un acierto, por el bagaje que arrastra tras de sí. 


Claro que quizás os esté confundiendo porque me estoy yendo por las ramas, dado que, a simple vista, parece que lo que estoy contando poco o nada tiene que ver con la clásica novela policíaca y más bien parece que hablo de una historia romántica. Y nada que ver, ya que esta novela es la muestra palpable del cambio que se está operando en la narrativa actual, donde la pureza de los géneros parece haber pasado a mejor vida. Para que os hagáis una idea, la obra tiene una estructura triangular en cuanto a trama; es decir, en primer lugar, tenemos a Valentina Redondo que vive su particular romance con Oliver Gordon mientras atiende sus obligaciones. Se ha trasladado a Suances y vive con él. De ese modo y poco a poco, a través de Oliver y sus reflexiones, vamos conociendo como avanza la relación. En segundo lugar, tenemos a Carlos Green, un escritor de origen norteamericano que se ha instalado en la residencia familiar para avanzar en el borrador de su novela, El ladrón de olas, en el que nos hace un relato autobiográfico de su vida y en particular de sus años de juventud en Suances, aunque también nos habla de otras épocas y, gracias a esos momentos, conoceremos a sus antepasados. En tercer lugar, asistiremos a las ponencias que sobre fenómenos paranormales está impartiendo el profesor Álvaro Machín en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y donde también conoceremos a su alumno más aventajado, Christian Valle, experto en fenómenos paranormales. Ambos representan la ambivalencia en torno a este tema que, por otro lado, estará presente desde las primeras páginas de la novela hasta su conclusión.

Y ahora sí, ahora voy a intentar poneros en situación: 

Una vez más nos encontramos en Suances, la bella localidad cántabra a la que hace unos meses se ha trasladado la teniente Redondo para instalarse junto con su novio, Oliver Gordon, en la cabaña adjunta a Villa Marina, la mansión colonial propiedad del inglés que se halla ubicada a los pies de la playa de la Concha, abandonando su apartamento frente a la playa del Camello junto con su soltería. Agosto agoniza y la picoleta cuenta los días para tomarse sus ansiadas vacaciones.


Sin embargo, sus planes penden de un hilo, porque la parca parece haberse empadronado en la tranquila localidad norteña. Resulta que, momentos antes de salir como cada mañana camino de la Comandancia de Peñacastillo en Santander, su superior directo, el capitán Marcos Caruso, la llama por teléfono para que se interese por el fallecimiento del jardinero de la Quinta del Amo, Leo Díaz Pombo, a quien la asistenta ha encontrado muerto en el jardín de la finca. Aparentemente, se trata de una muerte natural, provocada por un infarto de miocardio, ya que el hombre, bastante mayor, sufría desde hacer tiempo problemas coronarios y el capitán, alertado por ciertos detalles que la forense ha encontrado en el cadáver, prefiere que la teniente se cerciore in situ y compruebe que todo es normal.


Es por ello que a Valentina no le queda otro remedio que   hablar de lo sucedido con el propietario del caserón, Carlos Green, un escritor americano que acaba de instalarse allí para terminar un libro donde rememora sus veranos de juventud en Suanzes y, una vez concluído, vender la casa. En dicha conversación Green manifiesta un presentimiento que le corroe, o más bien la certidumbre de que en la vivienda se suceden determinados fenómenos paranormales, -lo cual será corroborado más tarde por algún vecino- y ella, a pesar de sus recelos previos, decide investigar.

En paralelo, Álvaro Machín, profesor titular durante más de dos décadas de Psicología Cognitiva, Social y Organizacional en la Universidad de la Laguna y colaborador en la Facultad de Psicología de Edimburgo, se encuentra impartiendo un seminario en los tradicionales cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en el Palacio de la Magdalena de Santander. Su ponencia se basa en los estudios neurocognitivos aplicados a aquellos pacientes que atestiguan haber tenido experiencias paranormales y los procesos  mentales desarrollados como consecuencia de las mismas. Obviamente es un escéptico, en evidente confrontación con uno de los alumnos que asisten al curso, Christian Valle, apodado el Cazamantasmas por sus conocidos, quien en un momento determinado será contratado junto con su equipo por Carlos Green para que investigue los fenómenos que están aconteciendo en la Quinta del Almo.


Y con estas premisas, en principio, parece que habemus caso, solo que María Oruña prefiere decantarse por el género del misterio en vez del policíaco y más allá de poner a la teniente Redondo a investigar la muerte que da origen al mismo, que también, se centra más en resolver las apariciones fantasmales. Todo ello aderezado con continuas referencias a otros escritores del género, como Agatha Christie o Henry James o películas de misterio como, por ejemplo, Bitelchús o Rebeca.


Como habéis podido comprobar, los mimbres de la novela invitan a devorarla y no solo porque apetezca, y mucho, ver cómo se defiende Oruña con el misterio, sino porque a su indudable capacidad para sorprendernos con unas tramas más que atractivas, se une su ya consabida habilidad para bucear en las procelosas aguas de la documentación y de esa manera encaminarnos al terreno de lo paranormal del modo más sencillo posible para el lector y ofrecernos dos perspectivas distintas. Si a eso le añadimos un fascinante viaje en el tiempo, mediante el cual la autora nos invita a  trasladarnos y atrapar ese instante que todavía guardamos en algún rincón de la memoria, donde la juventud nos convirtió, por un tiempo, en invencibles, ¿qué más queremos? Pues bien, quiero añadir que María Oruña lo consigue. Vaya si lo consigue. Y nos sentimos de nuevo pletóricos, apasionados, impetuosos y, sobre todo, felices.

Y, por si fuera poco, también nos induce a conocer pequeños retazos de una historia tan real como seductora, que va más allá de lo habitual. No sé si es porque después de más de una década veraneando entre Galicia y Asturias siento una especial predilección por las historias de indianos -en este caso, californios- o porque ya de por sí todas ellas tienen una cierta pátina de romanticismo, el caso es que Oruña convierte en personaje de esta novela a un descendiente de Jaime del Amo -conocido en su tiempo como el español más rico del mundo-, aunque norteamericano de nacimiento, que heredó de su padre el amor por la tierra y eligió Suances primero para vivir y después como última morada y al que su carácter filantrópico le llevó a participar en numerosas causas benéficas. Por ello, será Carlos Green quien haga de soporte para darnos a conocer a su antepasado y a su esposa, una actriz de Hollyvood que dejó su carrera por amor.


Para ir terminando, os diré que es este arsenal de historias, construídas en varios planos temporales y urdidas con envidiable acierto, uno de los puntales de la novela, porque saca a pasear lo mejor de la autora por el modo en que es capaz de fusionar cada una de ellas y hacerlas coincidir tanto en el tiempo como en el espacio.


 

Para resumir, más que explicar el por qué recomiendo esta novela, os hago una pregunta: ¿Renunciaríais a una historia que entre sus ingredientes contase con algunas muertes sospechosas en un vetusto palacete victoriano, habitado por un solitario escritor que sospecha que algún fantasma ha invadido su intimidad y todo ello en un entorno espectacular? A mi, en particular y solo por ello, me causó curiosidad. Si además te digo que la trama se compone de otros mimbres, todos ellos interesantes, imagino que, aunque solo sea un poquito, habré picado la vuestra, ¿no?. Pues os digo una cosa: Si es así, ya estáis tardando para haceros con un ejemplar de Donde fuimos invencibles, porque no os arrepentiréis.





16 comentarios:

  1. Pues con esa pregunta que haces al final, y tal y como la planteas, yo ya te digo que no renunciaría a la historia. Ya sabes además que la tengo en lista de espera, así que a ver si me desatasco y le llega el turno, que por cierto aún está pendiente también una de las anteriores...

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  2. Hola!
    Los anteriores libro me gustaron mucho, así que este libro estoy deseando de leerlo.
    Besitos :)

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  3. Hola.
    Pues sí, has picado mi curiosidad y mucho pero no me gusta empezar la casa por el tejado y veo que la teniente Redondo tiene casos anteriores, así que les echaré un vistazo y empezaré por el primero.
    Saludos.

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  4. Un lugar a donde ir me gustó pero como a tí no fue una novela redonda. Pero esta si que me ha gustado bastante y la resolución de lo paranormal me ha convencido.
    Besos

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  5. Tengo muchisimas ganas de leer este libro. A ver si este mes me puedo hacer con el.

    Saludos

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  6. Oye, Ana, leí este libro el mes pasado y aún tengo pendiente la reseña. ¿Te la puedo copiar? Porque además que es una reseña fantástica, estoy completamente de acuerdo con todo lo que has dicho.
    Besotes!!!

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  7. Hace mucho tiempo que no me encontraba con una entrada tan completa hablando sobre un solo libro.

    Me ha encantado. Me lo apunto y muchas gracias por la reseña.

    Saludos xD

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  8. Hola preciosa!
    Ha sido mi compra en Círculo de lectore, ya tengo los tres así que espero ponerme con la trilogía estas vacaciones.

    −Fantasy Violet−
    Besotes! ♥ 

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  9. Magnífica reseña. Y no, no hay que renunciar a Donde finos invencibles. Es una estupenda novela policiaca, con misterio, amor, y algo más. Esa sensación de poder comernos la vida cuando somos jóvenes. Es incógnita sobre si queda algo después de la muerte. Me encantó, la verdad. Tanto como tu reseña.

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  10. ¡Hola! ^^
    No leído ningún libro de esta autora, pero creo que tengo alguno apuntado. Tomo nota de este también, que tiene pinta de estar muy bien.

    Besos!

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  11. Hola! Que reseña más completa, me ha gustado mucho. Tengo muchas ganas de leer ya este libro, me gusta la forma de escribir de la autora y sé que este libro también me gustará.
    Besos!

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  12. No conocía el libro pero has hecho un reseña tan increíble que se va desde ya, a mi lista de próximas compras ^-^

    ¡SE MUUYY FELIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIZ 😊😊💛!

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  13. A mi también me gustó mucho. Es curioso porque no soy de rosas, prefiero los negros, negros y los rosas, lejos. En este caso no me ha estorbado, espero que no le de por hacerse un LAckberg y parir y contar cosas del hogar.
    A lo que iba, Green es genial, pero más allá de eso, me parece muy interesante que en todas las novelas de María se hace hincapié en el cuidado del patrimonio, el abandono, la dejadez de las instituciones... y bueno, me gusta su trama y resolución, claro. No me meto en más faena porque habrá quien no lo leyó
    Besos

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  14. Tengo la novela en la estantería, entre las pendientes, pero creo que en estos días encontraré algunos ratitos para leerla, me ha encantado tu reseña y también las fotos. Un beso

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  15. Al contrario que tú, yo leí Puerto escondido, se me atragantó la segunda de la serie, hasta el punto de no recordar su nombre, y no me he atrevido con esta, por falta de tiempo más que nada. En cuanto al combinar más el negro y el rosa, depende de que color predomine, sabes que el rosa con motas negras no lo soporto, pero si en una novela negra hay un salpicadura rosa no me molesta en esceso. En fin hemos hablado sobre la novela tanto que nada me queda por comentarte, algún día a lo mejor cae

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